Con el pasar de los días ir a buscar a Jihoon a su salón en los tiempos libres se volvió un tanto cotidiano. A veces Hyunsuk incluso se había dado el lujo de adentrarse al aula ajena y cruzar un par de palabras con el chico antes de salir para ir a otro lado, lejos de las inquisitivas miradas de los demás. Y, si bien el menor aún se mantenía algo tenso cuando Yedam no estaba presente, el ambiente era bastante llevadero, tanto que Jihoon se sentía raro si no lo veía.
Su jornada se basó en almorzar con el menor y a veces pasar los descansos mirando a los chicos del club de básquet tontear lo poco que ese horario les permitía (solo a veces, porque su intención tampoco era ser un pesado), sin importarle que no siempre tuviese un buen tema de conversación. Pero a Jihoon no parecía importarle. Posiblemente porque hacer nada junto al mayor era mejor que permanecer en su salón o salir a los pasillos a incrementar más el repudio que la mayoría de los estudiantes ya de por sí le tenía.
Y sin darse cuenta, una semana pasó.
Terminando de bajar por las escaleras, Hyunsuk observa risueño la cajita de pockys en una de sus manos antes de asomarse por el marco de la puerta del aula, extrañado de no encontrar al castaño dentro.
Dispuesto a darse la vuelta para tratar de encontrarlo antes de que el timbre volviera a sonar, una voz se dirigió hacia él.
—Tu noviecito salió hace un par de minutos, seguramente a encerrarse a la biblioteca—dice Sunwoo rodando los ojos con cansancio.
Hyunsuk se limita a asentir con la cabeza antes de volver a subir por las escaleras, ignorando por completo lo que el pelirrojo dijo al principio de su oración. Al fin y al cabo, ¿de qué servía contradecirlo y armar otra disputa? Aun si aquel término estaba errado no dejaba de ser un deleite para su imaginación. Pero si por un motivo u otro llegara a mayores, al punto de incomodar más a Jihoon, entonces no dudaría en aclarar cómo realmente eran las cosas.
Choi se encaminó rumbo a la biblioteca, la cual, como siempre, estaba a disposición de todos a partir de las siete de la mañana. El lugar fue testigo de prácticamente todo su recorrido desde que se unió al club de fútbol (porque sí, un deporte también implicaba estudiar y hacer exámenes respecto a su función y la preparación física que había que tener para no salir herido al momento de practicarlo) por lo que su rostro no era nuevo ahí.
El rechinar que emiten las puertas al momento de ser empujadas es suficiente para ser mandado a callar por la señorita Kim y algunos de los estudiantes que están concentrados en sus libros, aun si realmente no fuera su culpa. Él solo inclinó un poco la cabeza y se dispuso a recorrer un par de estanterías con la mirada, tratando de divisar cualquier posible esquina apartada que por descuido pudiese pasar por alto. Y no se equivocó.
Junto al ventanal que daba a las afueras del pequeño jardín del establecimiento, Jihoon estaba de espaldas leyendo un libro. Sus castañas hebras a veces se revolvían gracias al viento calmo que se colaba por las persianas entreabiertas, dándole un aspecto encantador a una persona que, ya de por sí, parecía irreal.
Haciendo lo posible para no emitir ruido, Hyunsuk se acercó despacio, entrecerrando un poco sus ojos para tratar de reconocer lo que el menor estaba leyendo. Una sonrisa apareció en su rostro.
—Es un buen libro—nota a los hombros del chico tensarse en el momento que le habla, aun si hubiese regulado el tono de su voz. Y, como Jihoon no muestra intenciones de voltearse, el mayor camina alrededor de la mesa hasta tomar asiento frente a él—También vi la película, pero no me gustó cómo la adaptaron. Supongo que poder leer cada pensamiento del protagonista hace que en la película se sienta como un personaje vacío.
Ligeramente anonadado, Jihoon observa al chico por un par de segundos antes de devolver nuevamente su vista a la lectura.
—¿Sabes leer?—pregunta sin mirarlo. Ofendido, Choi se llevó una mano al pecho.
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Skater ||SukHoon||
FanfictionHyunsuk estaba enamorado de Park Jihoon, integrante del consejo estudiantil y a su vez presidente del club de informática. Pero ¿Quién diría que aquel chico tan formal, perfecto y poco emocional en realidad era un skater que ostentaba en el parque d...