Me pongo el uniforme nuevo del trabajo y me hago una coleta alta de la que por supuesto se me escapan un montón de pelos rizados.
Intento esquivar a mi jefe cuando salgo a hacer lo que me toca hoy pero me para cuando estoy a piques de conseguirlo.
— Daphne, ¿ayer por qué no apareciste?
Dice con esa voz ronca y atormentada. O quizás simplemente es un amargado de cuidado.
Giro y le miro con semblante serio.
— Disculpe señor, tuve una emergencia familiar.
— Espero que no fuera grave, y que tu abuela esté bien.
Hace un amago de sonrisa y se gira pero antes de irse vuelve a mirarme.
— Se están acabando las existencias de detergente Color de floR y no hay nadie en la frutería. Encargate de ello y según como vaya veremos cuanto tienes de extra.
Esta vez sí se va sin darme tiempo a agradecerle nada. No debería saber lo de mi abuela. Nunca debió encontrarme llorando a escondidas el día que me dijeron lo que tenía.
Cojo unos cuantos detergentes y me dirijo a esa zona del supermercado canturreando una canción, que odio, por el simple hecho de que está en el hilo musical del supermercado.
Empiezo a llenar los espacios vacíos de la estantería con lo debido. A veces creo que mi jefe me trata de manera especial por ser la más joven.
— Nunca te ha quedado bien ese uniforme
Me giro y me encuentro con Daiana junto a... Sara.
¿De qué va?
— Buenas tardes.— sigo a lo mío sin hacerle mucho caso. No quiero problemas en el trabajo.
— Oye, ¿qué se siente ser una mala amiga?
— No sé, dímelo tú, Sara. ¿Qué se siente prohibirle a tu mejor amiga estar con Nathzier por el simple hecho de que tú querías follartelo?— Le digo mientras sigo con lo mío.
— Por lo menos ella es una buena y no anda tonteando con el que le gusta a su amiga.
— Olvidadme, ¿vale?
Acabo y cojo el carrito para guardarlo en el almacén e ir a la zona de frutería.
— Hola Daiana.
Esa voz... Me giro y veo a Jai con Miguel y Alejo. Me saludan los tres a la vez y la sonrisa de Jai me abruma y me sonroja.
Les devuelvo el saludo a los tres. Y sigo mi camino.
Oigo las voces de Daiana y Sara junto a la de mis chicos. El pulso acelerado hace notar mis nervios por tener a Jaidon cerca.
— ¡Daphne es una zorra!
El corazón da un salto dentro de mi pecho que provoca un ligero un punzazo y me giro a mirar a quién ha dicho eso.
Me encuentro con Daiana delante de Jai, bastante enfadada y a él no puedo verle la cara. Pero Alejo y Miguel están sorprendidos.
Me niego a seguir presenciando este espectáculo patético protagonizado por mi mejor amiga.
Estas tonterías no van a cambiar tan rápido lo que siento por ella. Pero cuando esté lejos del trabajo se va a enterar de quién soy yo.
Entro al almacén y dejo el carro. Me arreglo la camiseta y apreto la coleta. Salgo hacia la frutería y acomodo alguna que otra cosa fuera de lugar sin evitar levantar la mirada para cerciorarme de que Sara y Daiana ya no están por aquí.
Suspiro aliviada al darme cuenta de que no están aquí.
Alguna que otra señora mayor me pide ayuda y cumplo con mi obligación. Peso la fruta. Sonrío lo mejor que puedo sin gana ninguna. Recojo cosas que no deberían estar donde están. Aviso a una de mis compañeras sobre un pedido que llega tarde...
— ¿Cuál es tu fruta favorita, repelente?
Me pilla por sorpresa y pego un pequeño salto. Al darme cuanta de que es él sonrío.
— El mango y las fresas, listillo.—Me giro para mirarle.— ¿y los chicos?
— Comprando cerveza. Y me mandaron a preguntarte si después te venías a casa de Alejo a ver una película de mierda.
— Si me vais a dar una de esas cervezas acepto.
— Te toca traer la pizza.
Se rie y yo también.
— Hecho.
Una señora mayor nos interrumpe pidiéndome que le pese una cantidad absurda de cebollas y lo hago.
— ¿Puede darme una de esas manzanas? Las de arriba, cariño.
Sonrío obligada a esconder lo incómodo que me resulta que una persona mayor, la cual no conozco, me llame de esa manera.
Me queda alto pero al final consigo coger la cantidad de manzanas que la mujer me pide y al girarme veo a Jai apoyado sobre una columnas aguantando una sonrisa.
Frunzo ligeramente el ceño y luego mi atención recae sobre la señora mayor que parece estar satisfecha y se va.
— ¿De qué te ríes?
— Tienes un tatuaje.
— Y tú tienes muchos.
Se ríe a carcajadas.
— Te has puesto colorada. ¿Te da vergüenza tu tatuaje?
— Claro que no, y no estoy roja.
— No, solo igual a un tomate— se rie— Es un lugar muy sexy para tener un tatuaje, eh.
— Gra-gracias.
Me tiembla la voz y siento la cara aún más caliente.
— No te pega nada.
Se rie a carcajadas y se dobla por la mitad cogiéndose la barriga. Y yo me cabreo.
— Vete a la mierda, Jai.
— Es que aún por encima es de Guns n' roses. —Sin dejar de reírse.
— Espera, ¿no te gustan? Largate de aquí ya, chaval.
— Perdona, soy más de Nirvana.
— Madre mía, estás perdido.
— Ya hablaremos de tu pésimo gusto, tengo que ir a buscar a estos. ¿Te esperamos en la puerta a qué hora?
— A las 7.
— Hasta luego, repelente.
— Ciao, listillo.
Me giro sonriendo y me encuentro con Daiana enganchada del brazo de Sara mirándome las dos con asco. Revoleo los ojos y me pierdo en mi cabeza, en que esta tarde va a ser genial con mis dos chicos favoritos y el tonto de Miguel.Salgo del trabajo intentando estar guapa, y es la primera vez que quiero estarlo después de salir de aquí.
Aunque sea un poco difícil porque solo tengo un camiseta dos tallas más grande que la mía y un jean ajustado. Eso sí, cogí las sandalias azules y tengo las uñas de los pies muy bonitas que las estuve pintando.
No se va a fijar. Es un chico. Pero yo sí.
Al llegar a la puerta del supermercado veo a esos tres haciendo el tonto hasta que pasa una chica con un vestido ajustado y el culo inflado, por silicona seguramente.
Alejo les da un codazo a Jai y Miguel que se le quedan mirando descaradamente. Y como no, Miguel suelta el piropo: — ¿Y el monumento dónde lo quieres, preciosa?
Me sorprende que no sea algo vulgar y grosero. Sonrío y espero un poco para acercarme.
Cuando la chica ha pasado Jai es el que habla.
— Dios mío, ¿por qué no hay más como esa? ¡Qué culo!
— Que cuerpo.
Me acerco y me pongo delante de ellos con los brazos cruzados y levantando una ceja.
— Boys will be boys, ¿no?
— Siempre. — Alejo me alborota el pelo aún sabiendo que lo odio.
— ¡Ale!
Me lo arreglo mientras empezamos a dirigirnos hasta la casa de Alejo.
Jai no me ha dicho casi nada en el camino, me mira de reojo y me pone de los nervios. Lo sabe, sé que lo sabe. Es un tocapelotas y le encanta serlo.
Miguel habla de tonterías, diciendo nombres de películas al azar que podríamos ver. Alguna que otra me suena y todas son muy malas películas. Y es perfecto.
Jai se acerca por mi derecha mientras estoy colgada de los hombros de Alejo solo por molestar y me levanta un poco la camiseta dejando ver mi tatuaje a la altura de la cadera que el pantalón de talle bajo deja ver a la perfección.
Me sobresalto y le doy un manotazo enfadada.
— ¡¿Qué haces?!
— Solo quería verlo bien. —se ríe.
— No hagas eso, lo odio. ¿Eres tonto o algo así?
— Relajate que no fue para tanto.
— Callaos los dos mejor, que ya estamos.
Me callo y Jai hace lo mismo.
Subimos a la casa de Ale y su madre me saluda con más efusividad a mí que a su propio hijo. Me encanta esta mujer. Le sonrío y nos metemos en la habitación de Alejo.
Al rato su madre nos trae una palomitas dulces y unos sándwiches. Es maravillosa.
Se va dejándonos con una dulce sonrisa y despidiéndose de Alejo con una orden clara. No rompáis nada.
Cojo una de las cervezas y me siento en la cama de Ale. Jai se queda mirando las fotos que tiene pegadas en la pared y mira hacia a mí cuando ve una foto mía de cuando era una niña gordita juntos a Alejo que era un saco de huesos en la piscina.
No me gusta esa foto, pero Alejo la tiene cual premio, ese verano nos conocimos.
— Daphne, ven un momento.
Me acerco a Jai mientras Miguel y Ale miran en el portátil la película que hemos elegido.
— ¿Qué son estas manchas?
— Me había caído.
Me mira fijamente y empieza a temblarme el labio.
— Mentirosa.
— Mentirosa, ¿por qué?
— Tu labio...
— Te me has quedado mirando fijamente, me poner nerviosa.
— No es solo por eso. ¿Son cosas de tu demonio verdad?
— Da igual Jaidon, no importa...
— Dime qué te pasa— parece angustiado— ¿Tu madre te pega?
Abro mucho los ojos mirándole.
— No, por Dios. Mi madre me adora.
— ¿Entonces?
— Jai de verdad, eso da igual ya. Han pasado mil cosas después de eso. Y como tú dijiste, esto es mi problema. Y no hace falta contárselo a nadie.
Le dejo ahí y me vuelvo a sentar en la cama de mi amigo. Al rato el se une a mí y Alejo y Miguel encuentran la película y oscurecen la habitación. Mi pequeño paraíso se hace realidad con ellos. Les necesito como a respirar. Incluso ahora Miguel me importa.
Les robo el bol de palomitas y noto a alguien jugando con mi pelo.
— El que esté jugando con mi pelo que pare, o me quedaré dormido.
— Lo siento, huele genial.
Miguel se ríe y suelta uno de mis mechones. Que bobo. Jai hace un chiste idiota sobre la película al cual yo le sigo y nos reímos los cuatro.Creo, Daphne, que deberías agradecer tener a Alejo a tu lado y haber tropezado ese día con Jaidon y los chicos...
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SOBER.
РазноеLos dos estamos destrozados, los dos tenemos un secreto, los dos compartimos un dolor. Le necesito cerca o todo empeorará. La necesito a mi lado o mi mundo se tambaleará. [ACABADA] Lucy León.