El día estaba nublado, algo helado, pequeñas gotas estaban comenzando a chocar contra la ventana y yo estaba ahí, observando, dejándome relajar.
Hace muy pocas horas amaneció como tal, aunque no podría decir si amaneció o no, por el cielo no podría notarlo, pero el reloj de mi mesita de noche no falla. Miro al reloj de pared que se volvió parte de la decoración ya que nunca lo uso, al final nunca aprendí, siempre me olvidaba cómo funcionaba y decidí por mejor tener uno electrónico.
Un reloj de pared me gana.
Suelto un suspiro cuando las gotas pequeñas se convierte en grandes gotas, el sonido que produce al estrellarse contra mi ventana me molesta por lo que decido salir de mi habitación aún en pijama.
Arrastro los pies hasta las escaleras para comenzar a descender lentamente, paseo mi mano por la barandilla mientras recuerdos viajan por mi mente, de inmediato suelto la barandilla y bloqueo esos recuerdos.
No ahora.
Apresuro mi paso hasta bajar completamente las escaleras y llegar a la cocina, cocina que está desierta. ¿Qué puedo esperar? Son las 6:50 am, aquí comienzan a deambular a las 7:30.
Reviso la nevera, tomo una mermelada, de la alacena tomo un pan y comienzo a hacer mi pan con mermelada. Cuando termino me siento en la barra y comienzo a comer lentamente saboreando la mermelada. A decir verdad, no me gusta mucho lo dulce, pero inexplicablemente estoy decidida a probar cosas nuevas.
En el fondo sé que solo quiero para olvidar ciertas cosas, es inservible, pero me encanta fingir que funciona.
Termino de comer y me dirijo a lavar mis platos. Subo las escaleras y me detengo justo en la habitación de Atenas, me acerco y escucho sonidos, pasos. Todos mis sentidos se ponen en alerta, luego escucho murmullos.
Atenas nunca le gustó madrugar.
Sin mediar nada entro a la habitación de golpe, la puerta choca contra la pared provocando un estruendo que se desaparece por las gruesas paredes de la habitación.
– ¡Atenas estas bie...– dejo la frase en el aire cuando mis ojos se fijan en Atenas, y un chico a su lado, ambos semi desnudos.
Sin sentir una pizca de vergüenza los recorro con mis ojos y miro con una ceja alzada al chico, luego miro a Atenas, entre sorprendida y asqueada, es solo una niña.
– Atenas, me podrías decir ¿qué diablos?– pregunto mirando a ella y al chico aleatoriamente.
Atenas enrojece a tal punto que parece un tomate, el chico está en shock, chasqueo la lengua para que salga de su estado y el parpadea repetidas veces para luego a una velocidad increíble tomar su ropa y comenzar a vestirse torpemente.
– Lucas, te llamo luego.– dice mi hermanita señalándole la puerta al chico que a medias se ha vestido.
Ni logro detallarlo cuando pasa ya que baja la mirada y sale casi corriendo.
Casi me río, casi, lo fuera hecho si no se tratara de que un chico semidesnudo salió de la habitación de mi hermana menor.
Me cruzo de brazos y la miró sin entender que diablos pasa. Me pierdo por cuatro años y Zeus tiene una vida como si fuera narcotraficante y mi hermana menor mete a chicos en su habitación.
– ¿Me podrías explicar qué hacían ese chico y tú semidesnudos?– pregunto, Atenas me mira aún sonrojada pero esta vez, me da una sonrisa torcida.
– Ay hermana, tú qué crees.– comenta cómo si nada– ¿O acaso crees que jugábamos a los strippers?
Atenas comienza a caminar por la habitación hasta meterse en su armario y sacar una pijama y ponérsela, luego se sienta en su cama y me mira expectante.
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Heranyx
Teen Fiction"Cierra los ojos y verás oscuridad, vuelve abrirlos y el demonio de la noche ante tí estará. Dí mi nombre tres veces y tu perdición invocarás" Me presento soy Heranyx Atenea Mavridis. Soy el mounstro que se esconde en el armario, pero pronto saldré...