CAPITULO DIEZ

11 9 0
                                    



Benito vuelve a colocarse al frente mientras nos guía por senderos rocosos y arboles húmedos, musgos verdes se ciñen a la ropa siempre que pasamos por extrañas cuevas.

Encontramos el primer sobre debajo de una piedra, Az quiso tomarlo y nadie refuto. Todo era solo cuestión de suerte.

El segundo sobre lo había pedido Benito, lo encontramos metido en un pedazo de árbol y no fue difícil tomarlo.

El tercer sobre fue para Archie, el sobre se encontraba en la misma posición que el que encontramos antes, metido en un pedazo de tronco. El pelinegro se acercó a tomarlo y presento dificultades para sacarlo. Me iba a acercar a ayudarle cuando logra arrancárselo al animal que estaba en el árbol.

Una ardilla.

Corrección, una ardilla voladora.

Ambos contrincantes se miraron seriamente durante un buen rato, ninguno quiso hacer ningún movimiento brusco que pudiera alertar al otro, solo mantenían contacto visual. Archie iba retrocediendo poco a poco, sin prisa. Se colgó la mochila que había dejado en el suelo para rescatar el sobre. La ardilla permanecía en su misma posición, con el mentón alto. Como si estuviera esperando algo... O tal vez, a alguien.

La manada de ardillas que secundaron a la del enfrentamiento llego con agilidad, pronto todo el árbol estaba cubierto de ardillas. Ardillas voladoras.

— ¡Aborten misión! ¡Operativo cancelado! — grita Az y todos nos vemos en dirección contraria a donde habíamos venido.

¿Alguien dijo que las ardillas no pueden oler el miedo? Pues yo creo que sí.

Mientras corría y volteaba a los lados solo veía ardillas corriendo y corriendo, siendo más rápidas que yo y mis colegas. Era como si estuvieran oliendo mi miedo, como si me siguieran en cada paso que daba y yo temía por mi vida.

Perdí la noción del tiempo y solo seguí hasta que mis piernas no daban para más, me apoye de un tronco a tomar un poco de aire y en ese momento Archie toco mis costillas.

— ¡Se van fortaleciendo! ¡tenemos que huir!

No podré mantener mucho más el ritmo, pero me obligo a no ser llorona y vuelvo a emprender el camino, pero solo logro correr un par de metros ya que mi tenis se queda estancado en una rama y eso hace que me vaya de bruces al suelo. Intento incorporarme y escucho voces s la distancia, sé que no me pegue en la cabeza pero aun así me siento un poco mareada.

Siento unos brazos que me ayudan a mantenerme de pie y entonces lo veo, un sobre blanco que reposa metido en un troco caído. Me acerco cuando estoy de pie y lo tomo.

— ¡El cuarto sobre! — lo levantó y aplauden.

— ¿Estás bien? — se acerca con preocupación Archie y yo asiento.

Retomamos la caminata intentando orientarnos y no nos toma más de media hora encontrar el sobre siguiente.

— ¿Te imaginas tener un apocalipsis patrocinado por gallinas? — me animo a preguntar y se mantiene en silencio otros instantes más.

— Me imagino que las posibilidades serán bajas, pero nunca cero. Recuérdalo. — me señala la sien y seguimos caminando.

— Pronto va a ser de noche y nos quedan por recoger cuatro sobres.

— Jorge dijo que no quería que nos tomara la noche. — Celeste se recarga en un pedazo de roca y respira con lentitud. Esta exhausta al igual que los demás.

— ¿Sería buena idea quedarnos a acampar? — pregunta el rubio que cayó con Benito cuyo nombre aun no es revelado.

— ¡No! — contestamos al unísono la rubia y yo.

Conocerte En Primavera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora