CAPITULO QUINCE

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Minutos después salgo y voy rumbo al lugar de encuentro, antes de llegar al punto de encuentro siento una mano posarse sobre mi hombro y estoy a punto de sacar mis técnicas de combate, pero al girarme me doy cuenta de que es la rubia de teatro.

—    Dhia. — digo recuperando el aliento. Sus ojos grandes y cafés me analizan de arriba abajo. — ¿Qué ocurre? — le regreso la mirada y sacude la cabeza como negación.

—    ¿A dónde vas?

—    Me quede de ver con unos amigos en su cabaña. — me remuevo un poco incomoda por la situación.

—    ¿Con Archie, Az y Niall?

Asiento en repetidas ocasiones y su semblante cambia por completo, una sonrisa angelical me toma por sorpresa.

—    A mi también me han invitado, ¿Llegamos juntas?

—    Claro. — respondo ya sin mucho ánimo.

Comenzamos a caminar en silencio y vemos que la puerta se encuentra abierta de par en par así que paso sin molestarme en tocar. La cabaña tiene exactamente la misma estructura que la nuestra a excepción de que falta el viejo televisor sobre el mueble de madera todo es igual.

Los chicos se encuentran sentados en el piso y están muy enfrascados en su juego que no notan nuestra presencia.

—    Perdiste. — le recuerda con obviedad Celeste.

—    Ah. — se queja Archie y se da media vuelta para darse un piquito con Izan.

¿Qué está pasando?

—    Oh por Dios, ¿Freya que estás haciendo? — Benito se pone de pie en un salto y todos notan mi presencia.

—    Ah, pues, eh...— los nervios me traicionan, ¿Qué estaba haciendo yo?  — ¿Por qué? — me siento al lado de Celeste y coloco un mechón rebelde de mi cabello castaño detrás de mí oreja.

Me giro para ver a Dhia, pero ella ya no se encuentra ahí. Tal vez se dirigió a la cocina por algo de beber.

—    ¿Quieres? — Celeste se tambalea y extiende su termo de agua en mi dirección. Su voz sonaba rasposa y arrastraba las palabras, no tenía que ser adivina para saber que estos chicos estaban borrachos.

—    ¿Por qué dejaste que tomaran? — le refuto a Benito el cual permanece con la mirada en el techo, intentando calcular la masa de polvo que este almacena.

—    Benito, nos van a matar si se enteran de que están ebrios. — sabía que Jorge pasaba muchas cosas, pero tal vez esto ya no.

—    ¿Qué querías que hiciera? Hicieron una carnita asada que termino en competencias de ver quien tomaba más. — cruza los brazos sobre su pecho con indignación.

—    ¿Y porque tú no estás borracho?

—    Ah, es que iba a subir a mi habitación y me caí por las escaleras, la borrachera se me bajo inmediatamente. — eleva sus pulgares al aire. Y volteo a ver a la alemana, la cual no deja de reír con Izan y Archie.

—    ¿Y ella? — recuerdo que Celeste me despertó cuando estaba en sus cabales, es imposible que ahora este tan borracha.

—    Te sorprenderías lo fácil que es emborrachar a un extranjero. — me guiño el ojo. — Pero estas haciendo muchas preguntas y la verdad, ya no tenemos tiempo. Si Jorge escucha ruido en nuestra cabaña lo más seguro es que quiera asomarse para ver qué es lo que estamos haciendo.

Pienso mientras analizo a todos mis amigos, Levi y el rubio que estaba dibujando algo en el pizarrón de la clase de teatro, están observando el techo mientras señalan algo en él y después se ríen, Celeste, Archie e Izan están entretenidos en su propio mundo. Son cinco fuera de combate, nosotros somos dos y ellos están borrachos. No podemos lanzarlos por las escaleras porque sospecharían que algo anda mal, sin embargo, si necesitan alguna emoción fuerte para salir de su trance.

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