CAPITULO CATORCE

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A la mañana siguiente me despierto antes que Celeste y trato de dejarla consiente en este mundo terrenal mientras salgo como un rayo a la recepción. Recibí un mensaje de la pelirroja por Spriva, el cual me notificaba que se había abierto el grupo de idiomas y uno de teatro. Por si gustaba inscribirme y que debía de darme prisa o los lugares volverían a quedar agotados.

Sigo en modo rayo y llego a la recepción donde tengo que hacer una breve pausa mientras recupero la normalidad en mis vías respiratorias.

—    ¿Se encuentra bien, señorita Stone? — la recepcionista deja los papeles de lado y centra su atención en mi agitada presencia.

—    Nunca me había sentido mejor. — miento, con las palabras entrecortadas trato de relajar los músculos y recuperar el habla.

—    ¿Los grupos aún se encuentran disponibles? — inquiero poniendo ambas manos sobre la barra blanca.

La chica teclea con agilidad y asiente. Me tomo un momento para tomar mi decisión, ¿Actuar o aprender mínimo un nivel de algún idioma? Ambos resultan tentadores.

—    Puedes inscribirte a los dos, si es tu decisión. — agrega cuando ve que no respondo.

—    Me parece bien. — saco los papeles que se necesitan de mi mochila y me paso las manos por el cabello en un intento fallido por desenredarlo.

—    Listo. — me regresa los papeles y un boletín de color blanco. — Esta registrada en ambas clases, la primera clase de Idiomas es a las dos los lunes, jueves y sábado. Mientras que la de actuación es a la misma hora, pero martes, miércoles y viernes en doble turno.

—    Muchas gracias. — sonrió sin mostrar los dientes cuando recibo el papel y le doy una última mirada antes de aventarlo al fondo del abismo de mi mochila. De seguro ahí donde se encuentran todos mis sueños frustrados.

Me mezclo entre la multitud que comienza a llenar el edificio principal y subo para tomar mi primera clase del día. Fotografía.

—    ¿Y tú celebración favorita? — le pregunta Izan a Celeste mientras almorzamos algo en la cafetería.

—    Navidad. — responde sin pensarlo mucho la rubia.

Juego con el popote de mi malteada mientras los pensamientos se sumergen en la explosión de bombas de chocolate amargo.

—    ¿Freya? — escucho que mi pelinegro amigo llama y tengo que levantar la mirada y dedicarle una sonrisa torcida. Mentiría si digo que les estaba poniendo atención. — ¿Cuál es tu festividad favorita? — vuelve a preguntar con paciencia y después le da un mordisco a su baguete de jamón.

—    No sé, creo que no tengo ninguna favorita.

—    ¿Ni navidad? — Celeste me mira expectante, con los ojos abiertos y la boca en una curva hacia abajo. — ¡Es imposible! — grita, llamando la atención de las pocas personas que están almorzando en la terraza.

Claro que tengo motivos para reservarme el gusto por la Navidad, pero esa es una parte casi secreta de mí y no me apetece sacarla a relucir. En un intento por desviar la atención miro la hora en mi celular.

—    Hablaremos al rato. Tengo clase de teatro en quince minutos. — les guiño un ojo a mis acompañantes y recojo mi mochila del suelo. Antes de que puedan agregar algo más me alejo y bajo las escaleras.

Según el croquis el salón de teatro tenía que estar en la última planta del edificio "B". Cuando llego me encuentro con tres compañeros más, una chica que mantiene su cabeza escondida en un libro, un rubio bostezando con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás y otro chico con cabello negro que se encuentra dibujando no sé qué en el pizarrón verde.

Conocerte En Primavera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora