CAPÍTULO VEINIUNO

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Es viernes, son las seis de la tarde y estamos en la terraza, comiendo sándwiches de jamón y malteadas de chocolate, Izan le está enseñando a la alemana un par de coreografías para que se decidan por una y puedan inscribirse al show de talentos. A mi izquierda Benito esta tirado sobre la mesa recibiendo el sol de primavera, según él se está bronceando porque a las chicas les gusta un Benito Bronceado –no pregunten por la veracidad de los resultados obtenidos en la encuesta-. Y yo, estoy usando a Az de ventilador humano mientras leo un libro que encontré en la biblioteca. Al parecer Jorge no sabe que los libros que se encuentran en una biblioteca "escolar" son los de información sobre las clases. En cambio, tiene libros de asesinos seriales ordenados alfabéticamente.

—    Es absurdo que un tonto asesino me haya puesto las manos encima. — se queja Az a mi derecha.

Aún no supera el acto magistral que hicimos ayer mi compañero verde y yo. Aunque una parte me dice que su enojo se debe a la posición vulnerable en que atacamos. Pero como nadie sabe quién soy realmente, tengo que permanecer en silencio.

—    ¿Ya se inscribieron para el Show de talentos? — la voz de Dhia me hace levantar la cara del libro y la veo hacer una aparición con el pelinegro que sigue con su fijación por sus audífonos de color negro, tiene puesta una playera azul con blanco, unos vaqueros de mezclilla y unos tenis blancos. Se sienta al lado de Celeste y la rubia a su lado.

—    No me dejan tocar "La cucaracha" con las maracas. Dicen que no es un talento real. — Az deja de abanicarme y se cruza de brazos haciendo un puchero con los labios.

Le paso un papel doblado a la mitad por encima de la mesa al pelinegro y este me da una sonrisa de boca cerrada. Habíamos estado trabajando juntos en la canción que me pidió escribir para él, pero la verdad la trivialidad de preguntarnos cosas opuestas para saber cuál era nuestra preferencia nos ganaba el tiempo en las madrugadas que nos habíamos reunido y como falta poco para el show de talentos. En clase de fotografía me puse a escribir un borrador que creo, termino bastante decente.

—    Deberías cantar con Archie. Harían un buen dúo. — Dhia, la rubia que el año pasado se hizo amiga de Benito mientras estaban en clase de Literatura y el profe Erick se quedó dormido sobre el taburete. Sonrió extendiendo su mano hasta alcanzar la de Az.

—    ¿Te gusta componer? — pregunta Archie expectante y el interrogado hace varios asentimientos. — ¿Quieres formar equipo conmigo?

—    ¡Claro hermano!

Ambos se levantan y se dan un fuerte abrazo.

—    Como sea, no van a ganar. — Celeste se une a nuestra plática explorando a los dos chicos que se acaban de dar muestras de afecto frente a toda la terraza.

—    ¿Cómo por? — pregunta Az indignado.

—    Porque nosotros lo haremos. — curva una sonrisa y en los momentos siguientes se puede sentir la tensión florecer en el ambiente.

—    Quiero una competencia justa. — me levanto y me pongo en medio de los dos. Ambos se dan la mano y sus ojos nunca dejan de hacer contacto visual. — Rómpanse una pierna. — digo a modo de buena suerte y volvemos a nuestros asientos.

—    No quiero estar aquí, es viernes...deberíamos estar disfrutando de nuestra juventud en uno de los antros de la ciudad. Haciendo beso de tres y perreando hasta el núcleo de la Tierra. — la estrella de sol ha hablado por primera vez.

—    Vamos a un antro, Freya, Izan ¿Conocen alguno? — pregunta Az.

—    No me gustan los antros, hay mucha gente y no me gusta la gente. —  dice Izan sin pensárselo sin despejar los ojos del móvil.

Conocerte En Primavera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora