CAPITULO TRECE

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Troto y paso por el puente, cambio de escondite y me quedo en silencio hasta que la corneta suena. Las estampillas azules siguen en el mismo lugar de ayer, el día de hoy no quiero estar solo con los chicos, será mi primera vez probando suerte para marcar a alguien.

—    Oh no, ¡Que alguien venga rápido! ¡Mi hijo ha desaparecido! — reconozco al chico porque fue con nosotros al bosque a buscar la bandera y los sobres, pero no recuerdo su nombre.

—    ¿Qué ha pasado, Amor? — llega Az preocupado llevándose una mano al pecho, me muerdo la lengua para no llorar de risa.

—    Nuestro hijo no está, ¡Te dije que lo dejaras tener novia! Se rebeló y se marchó. —el chico de ojos oscuros y piel morena se enerva y comienza a pegarle con una chancla a Az, de seguro lo está disfrutando. 

—    ¡No la acepto en mi casa porque somos familia de bien! — vocifera Az. — ¡Démoslo por perdido y mejor educa bien a tu hija para que no siga sus pasos! — señala a Archie y este me sonríe cuando me ve.

—    Ten. — una chica de cabello rosa fosforescente me pasa una escoba y un recogedor. — Somos las vecinas de enfrente y salimos a barrer porque nuestro patio estaba sucio. — me comenta en silencio y no pierdo tiempo en seguirle el plan.

—    ¿Qué están viendo los demás? — Az pone las manos en forma de jarra y refunfuña.

—    Estamos limpiando y contribuyendo al medio ambiente, irrespetuoso. — aprovecho la intervención para darle un escobazo en el trasero y Az me mira indignado, pero antes de que pueda refutar se acerca Benito con la respiración entre cortada, pareciera que acaba de correr un maratón.

—    Hay, hay un asesino suelto. Acaba de matar a plena luz del día.

Mierda, segundo día y mis compañeros no tienen respeto alguno. Todos exageramos nuestras expresiones, el chico cuyo nombre no recuerdo se deja caer en Az, Archie se lleva las manos a los ojos simulando que está llorando y yo tiro la escoba y el recogedor, como si la noticia me impactara de verdad, jeje.

—    ¿De quién es el cuerpo? — pregunta con voz temblorosa Az.

—    Yo que sé, soy el lechero que viene cada mes.

—    ¿Y quién nos garantiza que tú no eres el asesino? — me pongo el guardia con la escoba que estaba en el piso y todas las personas que nos rodean comienzan a acercarse cada vez un poco más.

—    Es cierto. — me apoya la chica del cabello rosa fosforescente.

Es la vieja confiable, culpar a otros para que no piensen que tu estas implicado.

—    ¡Porque soy el lechero que viene cada mes!

—    Escusa incorrecta, ¡A la horca! — grita Levi y todos nos quedamos en silencio. — Somos una comunidad del siglo XV. — se excusa y todos le dan la razón. Seguido de coros que aclaman ahorcar al lechero que viene cada mes. — El evento tendrá lugar en cuarenta minutos, aquel que no esté presente será considerado traición al pueblo y también se le condenara a la horca.

Todos nos dispersamos y me voy rumbo al edificio escolar, no he visto a Celeste desde que inicio el juego y necesito saber si fue dada de baja, si es mi compinche asesina o si simplemente está escondida por su vida.

Los salones están desiertos ya que todo el bullicio se concentra en las cabañas, para las personas normales es mejor permanecer a la luz del día, pero lo que no recuerdan es que los asesinos se vuelven más despiadados cada vez.

Entro a la biblioteca y no escucho sonido alguno, estoy por rendirme hasta que un libro se cae en los últimos estantes, casi por donde descubrimos el secreto de Izan. Me acerco con cuidado y guardo las estampitas debajo de la manga de la sudadera, me pongo la capucha y me acerco con pasos sigilosos. Me asomo por fin al último estante donde se encuentra de espaldas una persona, es mi momento de atacar.

Conocerte En Primavera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora