Ahora me dejas?

10 - Los recuerdos

- Entonces ¿no hemos hecho nada? -dijo Rob con un aire de intriga y decepción.

- Bueno. Nada relacionado con lo que vosotros entendeis por sexo.

- ¿Que quiere decir? - pregunté un poco asustada.

- Tranquila -respondió la médica al notar mi estado de ánimo-, la masturbación en pareja no es mala -rió.

Quedé paralizada por la angustia. ¿En serio creía aquella mujer que eso iba a hacerme sentir mejor? Madre mía. Puede que en realidad no quisiera hacer nada, y menos sin haber sido consciente de ello.
Está claro que me entusiasma la idea de tener algo con Robert, pero no estoy segura de si ése era el momento.
Empezamos a vestirnos.
- ¿Quiere decir que, técnicamente, si que hemls mantenido relaciones sexuales? -preguntó él.

- Eso es cosa vuestra. No es seguro. Debéis recordarlo por vuestra cuenta.

- Claro. Los malditos recuerdos -se frustraba cada vez más.

Yo seguía totalmente paralizada. Estaba completamente inmóvil. No había manera humana de mover un solo músculo de mi cuerpo, de decir una sola palabra, de gesticular un movimiento sencillo, de parpadear, de apartar la vista de aquel infinito al que estaba mirando.
- Prins -escuché a Robert como si estuviera a kilómetros de mi-, Prins podemos salir.

Me había quedado parada un largo rato sin darme cuenta. Pensando en todo lo que podría haber pasado. No podía salir del trance.
Y de pronto un recuerdo pasó por mi mente: Era yo pegando con la almohada a Robert. En el pasillo me coge de la cintura, va sin camiseta, ahí ya la había puesto en el congelador. Me levanta y me carga en su hombro como un saco; me lleva hasta la cama y me tira sobre el colchón. Agarra la sábana y nos cubre completamente con ella.
- Prins -me agitó cogiéndome por los hombros-. ¿Estas bien?

La última imagen que vi fuimos nosotros en la parte de arriba de las escaleras y después yo seguía ahí mientras él caía y acababa finalmente sangrando al pié de la escalera.
- Estoy bien -dije como despertándome de un sueño.

- Menos mal. Empezabas a asustarme.

- ¿Donde está la enfermera?

- Ha ido a por los resultados de los análisis. Los han sacado mas pronto de lo esperado. Tenemos que llamar a los chicos para que pasen.

- Vale.

La imagen de mí, bajando las escaleras mientras sonreía al cuerpo sangriento e inmóvil de Robert, me asustó. ¿Como podía sonreír ante algo así? Puede que no fuera consciente de lo que hacía, pero reír en esa situación era inhumano. Me sobresalté dando un paso atras que me hizo perder el equilibrio, y hubiese caído si Rob no hubiese estado detrás de mí.
- ¿Qué te ha pasado?

- Me habrá dado un mareo -mentí-. Son muchas emociones a la vez.

- No pasa nada. Estoy aquí contigo y no tienes que preocuparte por nada.

- Lo sé.

Llegamos a la sala de espera dónde estaban los demás sentados bajo aquel reloj blanco que marcaba las seis y media.
- Vamos chicos. Tienen los resultados.

- Bien -dijeron todos al unísono.

Entramos en la consulta y la doctora tenía unos papeles en la carpeta de su mesa. Todos nos sentamos alrededor.
- Tengo vuestros resultados, jóvenes fiesteros. Pero antes responder a una pregunta ¿quien coló la metilendioxipirovalerona o MDPV para vosotros?

- ¿Qué? -se espantaron todos.

- Comúnmente llamada la droga caníbal, seguramente habréis oído hablar de ella, con efectos estimulantes en el sistema nervioso es una droga psicoactiva que actúa sobre la dopamina.

- En cristiano porfavor -interrumpió Jake en vista de que ninguno entendíamos nada.

- Provoca canibalismo o en caso de que se mezcle con algunas substancias o dependiendo del organismo que la reciba provoca un sueño tan profundo que es como entrar en coma temporalmente. Y eso explicaría porque no os enterasteis de nada cuando ellos estaban despiertos.

- Nadie metió ninguna droga en mi casa que yo sepa -replicó Jake-. Confío en ellos.

- Y era una cena entre amigos -añadió Hillary-, ni siquiera teníamos pensado desmadrarnos mucho.

- En ese caso debo deciros que tenéis un infiltrado.