11 - El topo

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- ¿Cómo que un infiltrado? - balbuceé-. Tiene que ser un error. Todos nos conocemos bien y ninguno haría eso.

- Lo siento cariño. Es la única explicación posible.

- No es posible - replicó Robert-, esto tiene que ser una broma. No hay ningún topo en el grupo.

Todos nos negábamos a creer aquel disparate. Alguien había traicionado a su propio círculo de amigos.
Me había quedado perpleja y paralizada. Muda, sin poder decir una palabra o gesticular un ligero movimiento.
- Creo que este tema debéis resolverlo entre vosotros - dijo la doctora.

- Dime el nombre -las palabras salieron de mi boca sin sentido. ¿Por que he dicho eso y el nombre de quién? -.

- ¿El nombre de qué? -preguntó Jake.

- Prins, ¿estás bien? -dijo Annie.

- Lo siento. Se me ha ido la olla, estoy muy cansada y todo esto es muy difícil de asimilar.

- Todos estamos cansados -dijo Karl-. Vámonos a casa y ya arreglaremos esto.

- Me parece bien -respondió Stefanny.

La vuelta a casa fue más rápida de lo que esperaba. Al llegar, lo primero que hice fue ir a ponerme el pijama y bajar al salón a ver la televisión con Fanny.
- ¿Tienes hambre? -me preguntó.

- Un poco. ¿Qué hora es?

- Son las 10

- ¿Ya? -me asombró lo rápido que se me había pasado el día en el médico.

- A mí también se me ha pasado rápido -dijo leyéndome la mente. Voy a hacer la cena.

- Yo te ayudo.

- No. Voy a hacerla yo, y tú vas a descansar.

- ¿Estas segura?

- Por supuesto, tú ya haces mucho por mí y ahora me toca devolverte el favor.

- Vale. Pero mira las fechas de caducidad de lo que cocines. No puedo garantizar que toda la comida esté en buen estado -bromeé.

- Descuida. Yo me ocupo.

Mientras esa chica rubia que tenia por mejor amiga se dirigía a crear una catástrofe natural en mi cocina, yo me quedé pensando en mis palabras en la consulta. ¿A que nombre me referiría?
Debería dejar de darle vueltas. Al fin y al cabo, si no se a que me refería tampoco sería tan importante.
- Ya estoy aquí y lo que es mas importante, no he quemado nada.

Le heché una mirada fulminante.
- Vale. Puede que se me haya quemado un poquito.

Le lancé otra mirada incrédula.
- Bueno se me ha quemado mucho y he tenido que hacer otra cena diferente.

- Lo sabía -me reí-. A mí no me puedes engañar.

- Ya lo sé, es que la comida no es mi fuerte.

- Bueno ¿y que has hecho al final?.

- Ensalada.

- ¿Tanto has cagado la primera opción?

- Es broma. He hecho artoz tres delicias.

- Increíble, has puesto la bolsita en el microondas sin explotarme la cocina.

- Me has ofendido -rió-. Esta me la guardo.

-Para compensarte, yo pongo la mesa.

- Bueno, eso arreglaría un poco las cosas.

Puse la mesa y empezamos a cenar. Después de todo, tampoco estaba tan mal.
- Te veo muy callada -me dijo.

- Todo lo de hoy me tiene trastocada.

- Yo tampoco acabo de asimilar lo del infiltrado.

- Hablemos de algo menos serio.

- ¿Y que propones? -dijo tragando lo que tenia en la boca.

- Dime ¿que tal lo pasaste con Karl? Por que hasta ahora sólo hemos hablado de mí y Rob.

- Nos llevamos bien. Nada más.

- A mi no me engañas... -me acerqué a ella.

- Bueno... ¡Me encanta!

- Lo sabía. Cuéntame.

- Me siento muy culpable. Se supone que debería amar a Adam.

- ¿Qué dices? Tienes 18 años, no te vas a enamorar ahora.

- Ya, pero se supone que si estoy saliendo con un chico no debería gustarme otro -veía un brillo triste en sus ojos.

- Tú tranquila. Por ahora disfruta de tu juventud y ya te aclararás las ideas von el paso del tiempo.

- Tienes razón, me preocupo demasiado.

- Y ahora vámonos a dormir. Ya recogerrmos la mesa mañana.

- Me parece perfecto.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2015 ⏰

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