Como Se Llamara?

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Habían pasado varios días, y tanto Laech como yo no podíamos dejar de pensar en lo mismo: su hija. ¿Qué sería de nuestras vidas? ¿Qué clase de padres seríamos en el futuro? Aunque, honestamente, Laech parecía un caso aparte. ¿Sería buen padre?

Estábamos en su habitación, fumando mientras planeábamos cómo decirle a su padre sobre el bebé. La verdad, solo salían ideas estúpidas que nunca llevaríamos a cabo, pero aun así, me divertía muchísimo con Laech. No quería que nunca se fuera de mi lado.

—¿Y si dejamos al bebé en la puerta de mi casa? —dijo muy serio, como si fuera una brillante solución.

—Mala idea. Ese señor no tiene corazón, lo dejaría ahí sin pestañear.

—Tienes razón —dijo, y ambos comenzamos a reír.

—¿Cómo se va a llamar? —preguntó de repente, con una bocanada de humo en el aire.

—¿Es niña o niño? —pregunté, medio perdida.

—No me dijo —respondió como si no fuera gran cosa—. Si es niña, se llamará Romelia Isabella Apolina.

Lo dijo muy en serio, pero yo ya me estaba aguantando la risa.

—¿Y si es niño? —pregunté, casi con miedo a la respuesta.

—Lorenzo Spiderman Bruno.

Nos reímos como idiotas. Estábamos tan drogados que pensar en esos nombres era un suicidio social instantáneo.

—No, ya sé, mejor que la niña se llame Penélope —dijo entre risas histéricas—. Para que le digan "Pene".

Parecía un niño pequeño, disfrutando del chiste más tonto del mundo.

—¿Y no va a llevar mi nombre? —dije, ofendida, como si fuera lo más lógico.

—La segunda lo tendrá —rió, encendiéndose otro cigarro.

—Más te vale —lo amenacé, acercando el cigarrillo a su brazo.

—Me vas a quemar, loca —se carcajeó.

Aunque Dylan me trató mal, no podía evitar apreciarlo, porque gracias a él conocí a mi mejor amigo... o ¿novio? No sé qué somos, pero sea lo que sea, se lo debo a Dylan.

—¡Gracias, Dylan! —grité de repente, levantando los brazos como si estuviera en un concierto.

—¿Por qué? —preguntó Laech, sin entender nada.

—Gracias a él nos conocemos —me reí, sintiendo el efecto de la hierba.

—¡GRACIAS, DYLAN! —gritó él también, haciendo eco de mis palabras.

Al día siguiente, estaba en la clase de la maestra Roseta, observando a mis "amigos". Extrañaba estar con ellos, pero Laech era más sincero. De repente, vi cómo Cami se acercaba.

—Issy, ¿podemos hablar cuando terminen las clases? —preguntó con una sonrisa, aunque se veía algo nerviosa.

—Claro —sonreí.

Terminada la clase, le conté a Laech sobre Cami, y él me dijo que era raro que mis "amigos" quisieran hablarme como antes. Esperé en las bancas, mientras Laech, sentado en la otra esquina, no me quitaba los ojos de encima.

—Hola, Issy —sonrió Cami, con esa sonrisa suya tan característica.

—Hola —le devolví la sonrisa, aunque algo más reservada.

—Issy, tal vez pienses que no te quiero o algo así, pero no es cierto. Eres mi mejor amiga, siempre me apoyas... y me siento fatal por no haber estado cuando más me necesitabas —su expresión se volvió melancólica.

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora