—¿Le pusiste un nombre al árbol? Y luego la rara soy yo…
—¡No le puse nombre a un árbol! Ni siquiera es un árbol, es una ninfa. —Los dedos de Hades pasaron con sumo cuidado por sobre la madera, como si estuviera tocando algo extremadamente delicado y, en efecto, las ninfas podían llegar a serlo.
Tan perdido en sus pensamientos estaba Hades que apenas notó que Rose se encaminó nuevamente a su hogar. No había forma de que algo así fuera una coincidencia, la humanidad había crecido de manera acelerada y la tierra era tan grande que le parecía sumamente sospechoso que, de todos los lugares en el mundo, Kore hubiera crecido junto al cuerpo en hibernación de Dafne.
—¿¡Vas a venir o piensas acampar junto al árbol!? —gritó ella a la lejanía, llamando la atención del dios que dejó atrás a aquella dama y entró a la casa.
—¿A caso estás celosa? —alzó la voz para que ella lo pudiera oír pero Rose simplemente rodó los ojos y entró a la casa.
El sol ya se estaba ocultando, dejando a la vista a las primeras estrellas que relucirian aquella noche despejada. Mientras tanto Hades cortaba algunas cebollas para ayudar a uno de los gemelos con la cena.
—Así que planeas secuestrar a tu sobrina y arrastrarla a la cueva en la que vives ¿No? —Fabrizio trato de iniciar la conversación, pero Hades parecía no entender el hilo de ésta.
—¿Por qué habría de secuestrar a mí sobrina? —Lo primero que vino a su mente fue Hebe, la hija de Zeus y Hera, y no habría forma en la que él la secuestraría.
La confusión en el rostro de Hades era bastante notoria, algo que extrañó al joven que estaba a su lado debido a que su invitado afirmaba con tanta seguridad ser el rey del Inframundo que le parecía extraño que no estuviera al tanto de su propio mito.
—¿No estás familiarizado con el mito? Ya sabes, Hades secuestra a Perséfone y luego de violarla la obliga a pasar seis meses al año en el Inframundo y eso. —él contaba la historia con tal naturalidad que casi horrorizó a Hades.
Al mencionarse la parte en la que la diosa era abusada pareció despertar un fantasma que había estado dormido hace tiempo dentro de él; la culpa por lo sucedido con Apolo hace años jamás se había ido, especialmente porque el dios nunca obtuvo la justicia que merecía. Apolo se había encargado de arruinar la vida de Perséfone, arrebatandole a ella la oportunidad de pertenecer a las diosas de la virginidad eterna y causandole un constante miedo.
Si, Hades pudo haberlo tomado como rehén y torturarlo todo esos años. Las noches en vela que éste pasaba fantaseando su eterna venganza hacia aquél insolente ser habían sido demasiadas, Hades anhelaba con todo su ser saciar su sed de sangre pero se prometió a sí mismo que no haría nada hasta recuperar a su diosa, ya que sabía que esa venganza le correspondía a ella por sobre todas las cosas, y no pensaba arrebatársela.
Rose, quién estaba sentada en la mesa contigua cortando y limpiando un trozo de carne, alzó la voz al notar como aquellas palabras parecían haber afectado a Hades, quién mantenía en su mano el cuchillo pero ya no se encontraba cortando las verduras que debía de picar.
—Hades jamás haría eso. —cortó el incómodo silencio, y el hombre rápidamente levantó su mirada hacia ella.— Parece alguien inteligente, así que si sabe lo que le conviene ni siquiera lo intentaría.
Guiñó un ojo al hombre, esperando así calmar un poco éstos sentimientos que él parecía tener como una tormenta dentro suyo y volvió a cortar aquella comida.
—¿Para qué es la carne? —preguntó el dios, ya que tenía entendido que la cena para ellos constaría de verduras asadas.
—Para Robin —Rose había terminado de picar la carne, tomando del suelo un plato para perros color verde, el cual llenó de esta comida que había acabado de cortar.— Soy vegetariana, pero eso no significa que mí niña tenga que serlo también.
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𝗘𝗩𝗘𝗥𝗟𝗔𝗦𝗧𝗜𝗡𝗚 ˡᵒʳᵉ ᵒˡʸᵐᵖᵘˢ
FanfictionPerséfone era una poderosa deidad, pero el haber sido desterrada en el reino mortal había traído mortales consecuencias para ella. El cuerpo de la diosa se desintegró, creando así lo que ahora se le conoce como invierno. Nadie en el Olimpo supo jamá...