𝟥.𝟢 𝖺 𝗌𝗍𝗋𝖺𝗇𝗀𝖾 𝗆𝖺𝗇

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—¿Entonces todos entendieron el procedimiento?

—Rose, somos sólo tres, deja de referirte a nosotros como "todos." —Recordó Fabrizio, estacionando el camión totalmente blanco en un callejón.

—Si esto fuera una película de acción, esa línea la hubiera arruinado.

Rose acomodó algunas herramientas antes de bajar del vehículo, su plan había sido calculado desde todos los aspectos posibles así que no había forma de arruinar aquello. Desde que había comenzado con esta clase de actividades con sus dos amigos era ella quién se encargaba de planificar todo, cada uno de estos procedimientos que realizaban era más riesgoso que el anterior, y era esa la razón por la que Rose intentaba mantenerlos lo más alejados del peligro posible.

—La alarma se desactiva desde dos puntos de contacto y ya nos encargamos de las cámaras de seguridad. Domenico y yo nos encargaremos de eso, tú serás nuestro medio de huida así que mantén el vehículo encendido, pero las luces apagadas.

Sabía a la perfección que Fabrizio y Domenico tenían poderes muy útiles, pero estos sólo funcionaban cuando ambos se encontraban juntos: ambos gemelos eran capaces de proyectar el temor y el pánico a voluntad propia, hasta tal punto en que eran capaces de inmovilizar a sus víctimas e incluso lograr que estas se desmayaran o huyeran despavoridas.

Pero la única persona que sabía desactivar cualquier clase de alarma era Rose, quién simplemente lograba hacer florecer casi cualquier planta y crecer su cabello a voluntad. Ninguno de esos un poder muy útil en esa situación a no ser que intentara escapar como Rapunzel, algo que un día intentó por mera curiosidad, con unos resultados desastrosos.

El par bajó de aquél camión que transportaba arena para poder pasar desapercibidos en aquella zona donde las restauraciones y construcciones en edificios antiguos eran algo natural. Domenico y Rose treparon el imponente edificio que constituía el museo de la ciudad. La arquitectura barroca del edificio les facilitaba escalar por fuera con facilidad hasta llegar a una cúpula de cristal que se hallaba en el tope del lugar.

—Bien, cuando abra esta escotilla tendremos veinte minutos antes de que lleguen las autoridades. —anunció su acompañante y Rose acomodó sus guantes de tela, atando luego una soga en una salida de metal que había cerca para ejecutar la entrada.

—Hazlo.

Cuando el cristal se levantó no sucedió nada, pero ambos sabían que la alarma era silenciosa así que se apresuraron a bajar dos pisos en aquella soga y rápidamente correr en dirección a su objetivo. Cuando llegaron a la sala de exposiciones dedicada a objetos milenarios de procedencia griega Rose contempló todo a su alrededor.

Era como si por alguna razón todo allí se sintiera extrañamente familiar. Los tallados en mármol, los cuadros, los objetos forjados en distintos metales… todo ahí le traía una sensación de nostalgia que jamás había sentido.

—¿Tu también lo sientes? —la voz masculina interrumpió sus pensamientos y se dió media vuelta hacia él.

—Si, como nunca antes…

El hablar de Rose había sonado más despacio de lo usual, incluso se olvidó por unos momentos del reloj que corría sin parar en contra de ellos.

—Me alegra no ser el único, este frío es insoportable ¿Por qué dejarán encendido el aire acondicionado si no hay nadie aquí?

Rose carraspeó, dejando de lado esos sentimientos que se habían apoderado de ella, era más que claro que sólo era una sensación aislada.

—Bueno, debemos apurarnos, allí están los dos paneles de control. —ella corrió al más cercano, mientras que él se dirigió al otro que estaba del otro lado de la sala— ¿Listo?

𝗘𝗩𝗘𝗥𝗟𝗔𝗦𝗧𝗜𝗡𝗚 ˡᵒʳᵉ ᵒˡʸᵐᵖᵘˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora