Como en los viejos tiempos.

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Todos los personajes que aparecen en este fanfic son propiedad exclusiva de Rumiko Takahashi, pero teniendo en cuenta que no voy a sacar ningún bien económico con esto solo lo hago pura diversión.


Como en los viejos tiempos.

Un agradable canto y unos cálidos rayos de sol hicieron despertar a Akane, que seguía tumbada en la cama estirándose con su pijama amarillo. Bostezó, tapándose la boca con la mano pequeña. El calor del sol en la cara era realmente agradable, pensó, aún sonriendo con los ojos cerrados, pero tenía que levantarse si no quería llegar tarde.

Se levantó descalza de la cama y empezó a guardar sus libros y bolígrafos en su carpeta marrón.

Al pasar frente al espejo se detuvo para mirarse. Sus grandes ojos color avellana seguían revelando su melancolía. Con la mano se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja.

"¿Qué pasará ahora?". -preguntó, suspirando ante su reflejo.

Salió de su habitación con su uniforme escolar, dispuesta como siempre a despertar a un bello durmiente. Llegó frente a la habitación de Ranma y abrió la puerta con mucho cuidado para encontrar sólo un gran panda roncando en el suelo, el futón del chico estaba extrañamente intacto.

La expresión del rostro de Akane cambió de repente. Preocupada, bajó corriendo las escaleras del piso inferior con tanta prisa que tropezó en el último escalón y de no haber sido por los rápidos reflejos de alguien, habría acabado tirada en el suelo.

Era él. Reconoció su olor. Lo habría reconocido incluso con los ojos cerrados. El corazón le dio un vuelco cuando se dio cuenta de que el chico tenía su brazo alrededor de su cintura y su cara empezó a encenderse. "¿Pero por qué tuvo que hacer eso a ella?"

Ranma sintió una punzada en el estómago pero sabía que no era de hambre porque acababa de desayunar. Cada vez que la tocaba siempre se preguntaba cómo era posible que una chica tan delicada y de piel suave como la suya fuera también tan terriblemente fuerte.

Volvió a equilibrarla suavemente, mirándola con dos ojos interrogantes.

"Así que no se ha ido". -pensó, repentinamente animada.

Akane sintió su mirada sobre ella, pero no tenía intención de levantar la cabeza, totalmente incapaz de sostener sus ojos y además, no quería que él viera su rostro en ese estado. Lástima que las mejillas del chico también se hayan vuelto de un rojo intenso. Tenía que pensar en algo que decir y rápido.

"¿Cómo es que ya estás despierto a estas horas?". -preguntó, tratando de recomponerse. Ranma no parecía muy animado ya que grandes ojeras rodeaban sus ojos. La chica se dio cuenta de que esta mañana no llevaba su habitual camisa china roja, sino una azul con las mangas remangadas hasta los codos, abrochada con cordones amarillos sobre sus habituales pantalones negros, que resaltaban sus hermosos ojos de sueño.

"No dormí mucho anoche". -respondió, bostezando mientras se alejaba hacia la puerta principal con su mochila al hombro.

Akane lo observó pensativa. Se estaba poniendo los zapatos mientras estaba sentada en el escalón delantero. Cómo le gustaría saber lo que él estaba pensando en ese momento.

"¡Espérame Ranma!". -gritó uniéndose a él en la entrada.

Caminando en silencio unos pasos por delante de él, Akane observó las hojas de los árboles, que en esta época del año ofrecían un asombroso despliegue de colores que iban del verde al dorado y al rojo. Al desprenderse de las ramas, giraron casi como en una danza y luego se posaron suavemente sobre el camino y el río que corría a su lado.

Cree en nosotros una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora