Cree en nosotros una vez más

La infidelidad de Akane.

Todos los personajes que aparecen en este fanfic son propiedad exclusiva de Rumiko Takahashi, pero teniendo en cuenta que no voy a sacar ningún bien económico con esto solo lo hago pura diversión.

La infidelidad de Akane.

Ranma estaba apoyado, con los brazos cruzados, en la barandilla del barco, la pintura azul que había sido pintada se estaba quitando en varios lugares mostrando la madera de la que estaba hecha. El mar también era de color azul y ahora reflejaba los últimos rayos del sol al desaparecer tras las montañas de China, que se hacían cada vez más grandes a medida que se acercaban a la costa.

Escuchó de forma distraído el sonido de las olas rompiendo en la orilla de la quilla, pero detrás de sus ojos, medio cerrados para protegerse de la luz del sol, sólo había un pensamiento ¿cómo reaccionará Akane cuando vuelva?

Su padre se unió a él a su lado. Se agarró a la barandilla con las manos, mirando hacia la costa y con la lágrimas cayendo por sus mejillas, dijo.

"Esto es todo, hijo mío pronto seremos normales". -dijo su padre.

Ranma le dirigió a su padre una mirada de desaprobación.

Un artista marcial no debería ceder así a sus emociones. Sin embargo, el más nervioso de todos era Ryoga, que saltaba de un lado a otro de la cubierta, atravesando el suelo del barco con el dedo índice y repitiendo lleno de alegría.

"¡Ya no me convertiré en un cerdo!". -dijo el chico perdido, Ranma se giró para mirarlo con mala cara.

"Ryoga, sí no te detienes ahora mismo, nos vas a hundir".-pero era demasiado tarde.

Porque numerosos chorros de agua salada habían empezado a salir de los distintos agujeros.

Unas decenas de metros separaban ahora a nuestros héroes de las costas de China mientras el barco se hundía cada vez más miserablemente.

"¡Idiota!". -dijo Ranma, transformado en una hermosa chica.

Y nadaron hasta la orilla, arrastrando al cerdito con ella y lo dejó caer en la orilla de mala manera.

Genma Saotome, versión panda, se habia sacudido enérgicamente el agua y acabó empapando al pobre de Ranma cuya sien empezó a palpitar peligrosamente.

"¡Pero cómo demonios, puedo tener dos compañeros de viaje tan estúpidos como ustedes!". -gritó, alejándolos de una patada con toda la fuerza que tenía en su cuerpo.

Sacudió la cabeza con cierta impaciencia y empezó a levantar el campamento para pasar la noche. Ya había pasado la hora de la cena y su estómago emitió un sonoro gruñido de protesta, encendió el fuego y comenzó a calentar agua para su ramen instantáneo, recordando, con la boca hecha agua, los manjares que había preparado Kasumi.

Después de terminar la cena en un momento, decidió no ir a la cama inmediatamente, también porque seguramente no se habría dormido esa noche, demasiadas emociones y pensamientos llenaban su mente. Necesitaba reflexionar un momento ahora que estaba solo. Se sentó en la arena húmeda con las manos a la espalda y volvió la cara al cielo, escuchando su respiración y el sonido del oleaje.

Era una noche hermosa, una noche que no se debe pasar en soledad. El cielo estaba salpicado de miles de millones de luces blancas y justo delante de él, la luna, que había alcanzado su plenitud aquella noche, se reflejaba en el mar dejando una larga estela plateada.

"Me pregunto qué estás haciendo Akane. ¿Piensas en mí?". -por un momento el rostro de la chica se materializó sonriendo, justo delante de él.