Pensamientos nocturnos.

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Todos los personajes que aparecen en este fanfic son propiedad exclusiva de Rumiko Takahashi, pero teniendo en cuenta que no voy a sacar ningún bien económico con esto solo lo hago pura diversión.

Pensamientos nocturnos.

Akane se arrojó sobre su cama y se quedó mirando el techo de la habitación iluminada únicamente por las luces de la calle.

"Ranma ya no es mi prometido". -pensó, puntualizando cada palabra en su mente para asimilar mejor el contexto. Bueno, nunca lo fue o al menos nunca actuó como tal.

"¡De todos modos, no cambiará nada!". -se dijo con firmeza tratando de convencerse a sí misma, pero su rostro de preocupación y sus ojos tristes traicionaron sus palabras. Se agarró a su cerdito (que también se dormiría con ella esa noche) quien lo miraba de manera desconsolada mientras la veía sufrir por ese maldito de Ranma.

Justo después de la cena, Ryoga sólo esperaba el momento adecuado para presentarse y declararse por fin su amor a Akane, mientras que en su soñadora cabeza ya habían empezado a aparecer mil fantasías de él y la chica felizmente casados y convirtiéndolo en un cerdito morado. Pero ahora, en aquella habitación, su conocida reacción le había hecho comprender de una vez por todas que el corazón de la chica pertenecía a aquel hombre ingrato y que no podía hacer nada al respecto.

"¿Qué va a pasar ahora P-Chan?". -preguntó Akane levantando al cerdito entre sus manos.

"Wiiii, wiii".

Una ola de emociones recorría la mente de la chica alivio. La ira. Preocupación. Pérdida.

Le hubiera gustado tener algo de claridad en su corazón, pero nunca había podido. ¿Cómo se sentía ella con respecto a Ranma? Se lo había preguntado muchas veces. La enfadaba mucho porque era una persona insensible y egoísta que siempre la trataba mal y que a diario se dejaba embaucar por otras chicas. Pero también puede ser sumamente protector y a veces incluso celoso.

En las raras ocasiones en las que se le escapaban algunas palabras amables o interesadas, siempre acababa retirándose y encerrándose en sí mismo. Era terriblemente tímido, como ella.

Pero ahora ya no podía negarse a sí misma que sentía algo por el gran zoquete y que cada día era más fuerte. Su corazón temblaba cada vez que estaban demasiado cerca y cuando él no estaba se sentía terriblemente sola y vacía, como si le faltara un trozo de su cuerpo.

Nunca le dije lo que siento por el...aunque el tampoco lo hizo...porque lo que me dijo en Jusenkyo lo negó así que no cuenta...Ranma...que hago.

Todas mis amigas tenían ahora novios con los que salir e intercambiar romances. Eso nunca habría sucedido con Ranma, aunque alguna vez le hubiera dicho a algún enamorado que ella era SU prometida. Sí, pero ya no lo era y probablemente no lo habría sido sin la coacción de sus padres. Con sorpresa, notó que sus ojos se habían llenado de lágrimas. Si tan solo Ranma se hubiera enfrentado a esa decisión en lugar de permanecer en silencio y alejarse como si no le importara. Tal vez lo prefería así, después de todo.

La luz blanca de la luna entraba por la ventana, dibujando su silueta en el suelo. Solo en su habitación, ya que su padre se había quedado dormido borracho en el suelo del comedor con su tío Soun, Ranma daba vueltas en su cama.

Se sentó bruscamente.

"¡Por qué no puedo dormir!". -exclamó furioso.

No me importa! No me importa!". -repitió, sacudiendo la cabeza.

"De hecho, debería de estar feliz". -pensó el chico.

Por fin dejaré de ser el prometido de esa marimacho! Y a partir de mañana".

Cree en nosotros una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora