— Después de ahí, jamás lo hemos vuelto a ver. — Agregó Dolores, finalizando la historia. Camilo se le empieza a llenar de lágrimas su mirada, mientras observaba a su hermana, a lo que esta reaccionó con un abrazo. — Dolores, soy una desgracia para esta familia, hice que tío bruno se fuera, no recibí mi don y ahora la casa se quiebra y todo por mi culpa. — dijo este empezando a sollozar, Dolores lo miro con una expresión entristecida, Camilo la miró con su rostro con lágrimas y un pequeño puchero. — No es cierto, Bruno se fue porque quiso, no por ti, que no tengas don no significa que seas una desgracia, Camilo, eres igual de especial que todos en la familia, con o sin don. — Tocó la punta de la nariz de Camilo, el contrario sonrió un poco e hizo un sniff. — Gracias Dolores, eres la mejor hermana mayor que alguien podría tener. — Le dio un cálido abrazo y se paró de su cama. — Si escuchas más del divorcio de los Rodríguez, ¡No dudes en decirme! — Agregó Camilo, para así salir de la habitación. Dolores respondió con una pequeña risita, hasta que se acordó. — ¿Cómo que la casa se quiebra? —
Ya era de noche, el pueblo estaba yendo hacia la casa, Casita abrió el portón, dejando entrar a todos. Antonio, el hermano menor de Camilo con tan solo 5 años, se encontraba jugando con los niños del pueblo junto con sus animales, ya que su don era poder entenderlos, Isabela se encontraba decorando la casa con las flores que hacía, Luisa estaba trayendo la estatua que estaba cubierta por una manta, Abuela estaba ayudando con la comida, mientras que nuestro Camilo estaba en su habitación, acostado con ambas manos detrás de su cabeza, pensando en lo que su hermana mayor le había relatado sobre su tío bruno.
— Hey, Camilo, — Este alzó un poco su cabeza, observando a su prima de misma edad, Mirabel, la cual estaba con unas cuantas arepas en sus manos. — ¿Comemos? — El joven se sentó en la cama y asintió, dejando que la chica con lentes se sentara a su lado. Tomó unas dos arepas y las empezó a comer. — Mirabel, ¿tú crees que Abuela me quiera? — Habló en voz baja, a lo cual mirabel no sabía que responder, nada más puso una de sus manos en la espalda del contrario. — Ella te ama, lo qué pasa es que le cuesta demostrarlo, pero nunca dudes del amor que te tengo a Abuela, o todos nosotros. — Camilo la abrazó, Mirabel reaccionó sorprendida, pero aún así devolvió el abrazo con una sonrisa. — Ahora vamos, Luisa ya casi trae nuestra estatua. — Casita movió los tablones del piso y ambos empezaron a reír. — ¡Ya vamos Casita! — Dijo Camilo riendo un poco, para luego estos dos pararse e ir a la celebración.
Unos 15 minutos después, la estatua estaba en la casa, y Abuela estaba en frente a esta, para decir unas palabras antes de desmantelarla. Camilo y Mirabel se encontraban juntos, comiendo, dolores e Isabella estaban hablando de la propuesta de matrimonio de mariano a Isabela, Antonio estaba con sus amigos del pueblo, Luisa junto con abuela, Julieta, Pepa, Agustín y Félix estaban hablando sobre bruno.
— Hoy, nos reunimos para celebrar la estatua que ustedes, nuestro querido pueblo, hicieron con honor a nosotros, es un regalo de la unión del encanto. Sin más que decir, veamos la estatua. — Luisa quita la manta, revelando que en la estatua estaban todos, menos Camilo, lo cual esto hizo que se entristeciera bastante. Mientras que el pueblo aplaudía.
— Es una estatua hermosa y que ni solo nos pertenece, si no al pueblo entero, por favor, todos únanse para la foto. — Todos los madrigales se unieron delante de la estatua, menos Camilo. — Uno, dos ¡La familia Madrigal! — Camilo, al ver que lo excluyeron del todo, se enojó y detuvo a quien tiró la foto. — ¡Yo también existo! ¡Yo también soy Madrigal! ¡Pero a ustedes no les importa porque no tengo don! — Exclamó gritando, llamando la atención de todos. Abuela se separó de la foto, preocupando al resto de la familia. — Ya tuve suficiente de ti, todo el tiempo con tus berrinches porque no tienes don, nosotros no tenemos la culpa de eso, nadie tiene la culpa de eso, así que deja de comportarte como un niño pequeño ¡y madura de una vez! — Exclamó Abuela, para luego aclarar su cuello. — Sigamos con la celebración. — empezaron a tocar música, Camilo nada más se fue del público, se sentó en el piso, frente al cuadro de su abuelo Pedro, y sin más rompió en llanto.
Ya pasaron varios minutos, y este aún se encontraba llorando, hasta que sintió un hombro tocándolo. Era...
Era Bruno.
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Camilo, ¿Por qué la puerta se desvaneció?
FantasyEsta historia está basada en como sería si Camilo NO hubiera recibido el don, en vez de mirabel.