Capítulo VII

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Al salir del baño, se puso su ropa de costumbre y bajo al comedor para eventos especiales, Dolores estaba ayudando con la decoración triste, mientras los demás hacían la mesa. — Camilo, ¿donde has estado? — Preguntó Abuela al verlo, a lo cual este puso una de sus manos detrás de su cabeza. — Durmiendo, supongo. — Puso una sonrisa nerviosa. — Después de la cena, habláremos. Dolores, ¿Mariano está por llegar? — Dolores asintió aún con tristeza y se fue a donde lo iban a recibir. — Lo que estes haciendo, pospónelo, no quiero ningún problema esta noche. —

Todos fueron a recibir a Mariano, pero Isabela no se veía feliz, su sonrisa se le notaba forzada. Cuando los demás empezaron a entrar al comedor, Camilo tomó el brazo de Isabela. — Isa, ¿tú te quieres casar? — Esta frunció el ceño junto con sus labios. — Claro que si, la familia estará feliz, Abuela estará feliz. — Camilo negó con su cabeza. — ¿Pero eso no te hará feliz a ti? Isa, no tienes porqué casarte si no quieres. — La mayor solo se cruzó de brazos. — No quiero ser la decepción de la familia como Bruno o como tú. — Sin más que decir, se fue al comedor.

Todos estaban cenando tranquilamente, hasta que Mariano sacó una cajita de su bolsillo, y se arrodilló frente a Isabela, Camilo negaba con la cabeza, pero Isabela lo ignoraba, después vio a Dolores más triste de lo que estaba, no sabía que hacer. — Isabela no se quiere casar contigo, solo lo hace por la familia. — Instantáneamente se tapó la boca. Pepa se le empezaba a formar una nube, Abuela lo miró de forma seria e Isabela lo miró con el ceño fruncido. De pronto se empezó a notar que la casa se empezaba a agrietar, haciendo que los dones se empezaran a descontrolar. Abuela les dijo que volvieran otro día, mientras que el pueblo estaba afuera preocupado. — ¡Nada pasa, la magia sigue fuerte! ¡Somos Los Madrigales! — Cerró el portón con fuerza. — ¡Camilo! — Después de eso se escucho un rayo.

Este había seguido a Isabela hasta su habitación. Se adentró a esta, observando la habitación llena de flores. — Isabela, lo siento mucho, pero se que no era lo que querías. — Isabela se bajo de su cama y se acercó a él. — Era lo que la familia quería, la familia estaba feliz, Abuela estaba feliz, ¿Sabes lo que acabas de hacer? — Camilo se alejo un poco y ella siguió caminando. —  Por lo menos agradece que te salve de ese futuro princesita egoísta. — Isabela frunció el ceño. — ¿Yo egoísta? He estado presionada a ser perfecta toda mi vida, y li único que has hecho por mi es arruinar todo, la familia iba a estar feliz aunque quisiera casarme con el. — De repente surgió un Cactus, sorprendiendo a la mayor. Lo tomó en sus manos y sonrió. — Esto... ¿lo hice yo? — Camilo la miro. — Si, no sabias que sabias hacer cactus. — Isabela se quedó observando el cactus. — Ni yo, ¿qué más sabré hacer? — Se adentró a su habitación y empezó a experimentar con nuevas plantas y palmeras, emocionándose. — Me encantan más que las aburridas rosas. — Camilo la observó y sonrió un poco. — Wow Isa, todo es asombroso. — Isabela solo bajo la cabeza y suspiro. — Lamento haberte dicho que eres una decepción, perdón por el comportamiento que tuve, ,e deje llevar un poco. — Camilo la abrazó, sorprendiéndola, pero a su vez correspondiendo a su abrazo. — Vamos a decorar la casa con tus nuevas creaciones. —

Pasaron la tarde probando sus poderes, hasta que Abuela entra a la casa. — ¿Qué está pasando aquí? — Camilo se levantó junto con Isabela y está bajo la cabeza. — Abuela, espera, ella no estaba feliz. — Abuela lo interrumpió. —  Claro que no está feliz, arruinaste su propuesta. — Camilo la miró. —  Pero estoy haciéndola feliz porque ella no quería ser perfecta y... — Abuela lo interrumpió nuevamente. — ¡Tienes que parar ya Camilo! No se lo que te pasa estos días, que estás insoportable, por tu culpa Bruno se fue, por tu culpa empezaron las grietas, por tu culpa Isabela está fuera de control. — No tardó mucho para que a Camilo se le empezaran a cristalizar los ojos. — Yo nunca seré suficientemente bueno para ti, ¿lo seré? No importa que tanto me esfuerce, no importa cuanto de nosotros se esfuercen, nunca seremos suficientes para ti, por eso Bruno se fue, porque solo veías lo peor de él. — Abuela lo interrumpió. — A Bruno nunca le importó esta familia. — Camilo continuó. — El ama esta familia, yo amo esta familia, todos amamos a esta familia, a la única que no le importa es a ti, tú eres quien está matando a nuestro milagro. — Ambos se quedaron mirando fijamente, haciendo que las grietas empiecen a destrozar la casa. —

¡SE VA A CAER LA VELA!

Camilo, ¿Por qué la puerta se desvaneció?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora