Capítulo III

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— tío... ¿tío bruno? — Preguntó con un tono de sorpresa, ¿cómo era posible que su tío bruno, el hermano de su madre, haya estado en las paredes en los diez años que estuvo desaparecido? Pero, después de no escuchar nada, dedujo que era su imaginación, aunque podría preguntarle a su hermana mayor, la cual podía oír todo. — ¡Claro, Dolores! — dijo en voz alta. Se puso sus sandalias y tocó la puerta de la habitación de su hermana mayor suavemente, a lo que ella abrió.

— Dolores, ¿Qué tal hermanita? — Dijo Camilo fingiendo que vino a su habitación para convivir con ella, cuando el solo quería saber si también escuchaba a bruno y no era solo su mente. Dolores relajó sus cejas y se cruzó de brazos. — ¿Qué quieres Camilo? No te voy a contar más sobre el supuesto divorcio de los Rodríguez. — Comentó Dolores, a lo cual el menor hizo un pequeño puchero, pero se acordó a lo que venía y cruzó los brazos igual que ella. — Necesito que hables con la verdad y nada más que la verdad, ¿Bruno aún está en la casa, viviendo en las paredes? — Preguntó de forma seria, a lo cual la chica dio un pequeño suspiro. — Él nunca se fue, solo hizo creer a los demás que si. — Camilo se sorprende con la noticia, poniendo una de sus manos en la pared y querer escuchar. — ¿y por qué el se fue? ¿qué pasó? — Dolores dio otro suspiro y lo invito a adentrase en su habitación. Camilo y Dolores se sentaron en la cama. — Verás... —

Hace 10 años atrás

Pepa había salido de la guardería, cerrando la puerta despacio. — ¿Se logró dormir el niño? — Preguntó Félix, y Pepa asintió suspirando de alivio. — Le dio sueño de tanto llorar, por suerte mirabel no se despertó. — Agregó está, mientras Abuela estaba con Julieta e Isabela en la cocina.

— ¿En qué va a servir a la familia? — Preguntó Abuela con un tono de enojo. — si la ceremonia de Mirabel sale igual, ¡Todo se habrá ido al caño! — Julieta se posa en su lado y le acarició la espalda — No seas tan duro con Camilo, es solo un niño. — Dijo esta para así terminarle de hacer la arepa a Isabela, el don de hacer plantas le hizo pincharse con un cactus que ella misma hizo. — Isabela, las niñas no hacen cactus, o palmeras, las niñas hacen flores y así deber de usar tu poder, nada más hacer rosas y flores hermosas. — Isabela asintió y se fue corriendo a su habitación.

Bruno llega a tomar una arepa, cuando Abuela lo toma del brazo. — Bruno, tienes que ver el futuro de Camilo, no sabemos si el encanto ahora está peligrando. — Bruno asintió ligeramente con la cabeza, notándose desanimado, ya que siempre lo culpaban a él de las desgracias, cuando el solo las predecía. Al llegar a su torre, hizo su ritual acostumbrado, empezando a ver a Camilo, en frente de Casita... ¿quebrándose? Al ver el vidrio, sabrían que su familia lo iban a odiar más, así que decidió pararse y tirar ese pedazo de vidrio en el suelo, haciendo que se rompa. Empacó sus ratas y, cuando todos dormían, decidió irse, no sin antes decir...

Te extrañare, casita.

Camilo, ¿Por qué la puerta se desvaneció?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora