XII

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❝Entro con cautela hacia la oficina de Jessi, me había asegurado de que se encontrara en su casa en estos momentos. A penas eran las 8 de la mañana, hora que siempre viene, pero hoy no, algo que me facilitaba las cosas. Me senté en su sillón giratorio frente a su escritorio y me crucé de brazos mientras observaba su ordenador.

Miré mis manos que estaban cubiertas por un guante de cuero color negro, hoy iba a iniciar mi venganza y que mejor lugar que iniciar donde siempre va todos los días. Entonces en unos minutos entra alguien a la oficina. Oh por favor... ¿Por qué entran sin avisar? Se trataba de su secretaria, quien me miraba sorprendida, yo le sonreí mientras me levantaba del sillón.

—¿Que hace aquí, señor?—pregunta confundida por mi presencia.

—Vine hacerle la vida imposible a Jessi con una visita inoportuna en su empleo—sonrió con cinismo—Y creo que ya sé por dónde empezar mi venganza. Tenía algo, pero verte a ti hace que las cosas sean mejor.

—Me temo que tendrá que irse o llamaré a la policía—dice nerviosa, puedo oler su miedo a distancia. Su miedo era el mejor perfume que podía oler en estos momentos.

Ella se acercó rápidamente y dejó unas carpetas en el escritorio de Jessi, ella se quedó en shock y horrorizada al ver mis manos cubiertas con unos guantes. Entré mi mano en el bolsillo de mi chaqueta de cuero negro y saqué una pistola con un silenciador puesto.

—Se...señor. ¿Qué está haciendo?—dice retrocediendo hacia atrás lentamente.

—No sé lo que me excita más en estos momentos, si hacer sufrir a Jessi o verte así de temerosa. Lo cierto es que... lamentablemente tú sufrirás por culpa de su jefa. Lo único que me cuesta decir es adiós señorita, fue un placer conocerla—le apunté con la pistola y jalé del gatillo haciendo que la bala cayera justo en la frente, sonreí victoriosamente. Le había disparado en la cabeza a la secretaria de Jessi matándola al instante—Así comienza mi venganza, Jess y muy pronto, cuando menos te lo esperes, sabrás quien soy...❞

La claridad del día es un fastidio, me estiré en mi cómoda y hermosa cama. Miré el despertador y para mi sorpresa eran las 8:30 am. Maldición, me levanté de un salto y caminé hacia el cuarto de baños, pero antes me miré al espejo con una sonrisa, me sentía sexy y hermosa, sólo cuando pienso en aquella noche con Dylan.

Me peguntaba donde se encontraba... no había rastros de él al despertar. Di un suspiro y me fui corriendo a duchar... iba a llegar muy tarde. Al terminar me puse un vestido verde no tan ajustado que me llegaba hasta la rodilla, una zapatillas con tacón intermedio color negros, salí de mi habitación y bajé las escaleras, vi a Dylan con un traje azul marino, estaba bien peinado y sin barba, tenía una hermosa corbata negra, me acerqué a él y lo abracé por el cuello.

—¿Cómo está la señorita más hermosa?—pregunta coqueto.

—Muy bien, te levantaste temprano—le di un beso en sus suaves labios.

—Sí, alrededor de las 6 de la mañana, tenía que hacer unas cuantas cosas antes de irme a trabajar... ¿Quieres que te lleve a tu trabajo?—dice pasando su mano a mi espalda.

—Claro, vamos

Ambos nos dirigimos hacia afuera de la casa y entramos al auto. Dylan enciende el auto y conduce a toda velocidad hasta llegar edificio de la empresa, esta no quedaba muy lejos y con Dylan conduciendo llegamos rápidamente. Él se estaciona y me mira con una sonrisa.

Dylan se estaciona frente a un gran edificio, lo mire y sonreí.

—Hablamos en un rato—le doy un beso en la mejilla.

—Cuídate mucho, y espero que tengas un buen día... aunque creo que lo tendrás, hoy me siento igual de feliz que tú—me guiña un ojo.

—Se nota, nos vemos en la tarde ¿Me pasas a buscar cuando salgas del trabajo?—pregunto ya fuera del auto.

Placeres y Venganza © *EN EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora