El tacto de su mano me hizo sentir un pequeño cosquilleo, lo miré y él me estaba dedicando una sonrisa sincera y muy bonita a la que le correspondí enseguida. Estuvimos en silencio un buen rato, sólo disfrutando de la música y la compañía.—¿Te puedo hacer una pregunta? — hablé así de la nada, él asintio
— Claro.
—¿Por qué me tenías tanta maña? — él levantó su ceja desconcertado.— Sí,, es decir, me has tratado de una forma muy horrible como si yo fuese una... — dejé la palabra inconclusa, le di un trago largo a mi Coca-Cola, sentí como el frío y burbujeante líquido de mi bebida bajaba por mi garganta mientras esperaba su respuesta.
— Al principio pensé que eras una chica de esas.— no sabía cómo interpretarlo.— Es decir, con los tatuajes, tu cabello.
— Me juzgaste sin conocerme.— completé.— pensabas que yo era una drogadicta. — soné a la defensiva.
— Sí.— admtitio un poco avergonzado.— mi impresión es que querías robarte a Leonora, pero cuando ayudaste a mi hija y vi que no fuiste borde con ella.— su postura se relajó.— me agradó lo que ví.
— Pero seguiste siendo grosero conmigo.
— Tú me dabas caña con ese tema de Shrek.— reí con ganas.
— Es que si Leonora es Mulán y ella es una princesa, bueno no lo es pero yo la considero como tal.— balbuceé.— y según tu hija yo soy Pocahontas, tú eres Shrek porque te gastas un
carácter.— me encogí de hombros.— Tú no quedas atrás.— me puyó.
La música cambio y él me tendió la mano, yo lo miré riendo y viéndolo desconfiada.— Venga morenita, vamos a bailar.— mi corazón se aceleró, no sé si por sentir de nuevo el contacto de su mano o por escuchar la palabra morenita en sus labios e imaginarme un montón de escenarios con él. Me llevó a la pista y comenzamos a bailar, al principio era inocente a comparación con Álvaro, es como si estar cerca de él mi piel entrara en combustión. Pero al parecer la distancia no le gustó y en un giro me hizo quedar de frente a él y más pegada a su pecho, en ningún momento me sentí incomoda pero a estas alturas ni yo misma sabía explicar lo que sentía estando con él. Rodrigo me hacía temblar las piernas, me nublaba la mente.
Bailamos pegados, moviendo nuestras caderas, rozándonos, por mi cuello bajaban varías gotitas de sudor al igual que a él. Me encontraba en mis cinco sentidos pero a la vez me sentía ebria, quería besarlo. Al darme cuenta de lo que mi cuerpo me pedía a gritos me separé un poco.
—Creo que deberíamos ir a tomar algo.— me acerqué para decírselo cerca de su oído, aproveché y aspiré su perfume. En eso comenzó a sonar la canción de piso 21, "te vi". (canción que es mi favorita).
— Bailemos esta canción.— pidió con su voz ronca. Mi piel se erizó.
Es una canción movida pero ninguno de los dos teníamos intensión de hacer un perreo intenso. Bailamos la canción lento, mi cuerpo se movía sensual, haciéndolo a propósito, quería provocarlo. Pegó su boca en mi cuello y susurró con ese acento tan suyo una parte de la canción:— Quiero hacerte pasar un buen rato.— juro por Dios que en ese momento mis bragas quedaron pulverizadas. No sabía que hacer o que decirle. Él me hizo girar sobre mí misma y esta vez mi espalda quedó pegadita en su fuerte pecho.— No sé que tiene tu mirar, será tu forma de bailar, cuando te tengo en mis brazos el tiempo pasa volando.— recitó, y ya para ese momento me sentía gelatina. Cómo buena valiente que soy (mentira) tenía mis ojos cerrados, sintiendo las sensaciones que me causan sus manos en mi cadera marcando el ritmo, su respiración acelerada en mi nuca. La canción había terminado justo en el momento en que abría mis ojos y la discoteca encendía las luces, explotando así la burbuja mágica en la que estábamos él y yo.
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Mi nueva vida
RomanceLos comienzos nunca son fáciles y menos al otro lado del mundo, donde no conoces a nadie. Pero eso no iba a detener a Ari una chica de 28 años con tantos sueños y con unas enormes ganas de comerse al mundo pero a veces parece que el mundo se la va a...