Rodrigo después de todo no era mal tipo, era una persona clara que adoraba a su niña y no podía culparlo, esa niña era un amor. Descubrí que a Rodrigo le encanta hacerme molestar, Martina asegura que le encanta verme roja y que infle mis mejillas como Leonora, así que hacerme rabiar se ha vuelto su hobbie favorito, también descubrí por mala suerte la mía que su cuarto y el mío los separa una pared, una fina y delgada pared. Hay momentos en que lo he escuchado hasta suspirar y no en plan de sueño profundo, profundo lo que le hace a esas rubias que lleva a su casa cuando la peque no está. Así de fina son las paredes de este edificio.— Por fin una salida entre amigos.— Brindó Carmen feliz.
—Salud.— Le seguí.
Era sábado por la noche y por fin habíamos decidido salir a bailar a un pequeño bar donde ponían todo tipo de música. Martina y yo acordamos en vernos aquí, eramos un grupo grande entre los amigos de Carmen, Álvaro y mis dos amigos Carlos y su pareja Javier. El ambiente era de juerga, muchos cuerpos bailando en la pista, nosotros riendo por las burradas de Carmen, Álvaro estaba muy cerca de mí hablándome a la oreja, ¿Coqueteándome? Tal vez, y yo con algunos traguitos en mi cabeza, ya le estaba correspondiendo.
Sabía que Álvaro era un don Juan, es como si tuviera un letrero en la frente, lo sabía muy bien, lo había visto coqueteando con las otras chicas, este era un hombre de esos que te bajan las estrellas una noche y al otro día no te vuelve a llamar, sabía todo eso y aquí estaba con él coqueteando y sin poder alejarme, me gustaba, ¿Qué le podía hacer?
— ¿Quieres bailar? — preguntó. Sus ojos miel brillaban, Álvaro era muy hermoso, su cabello con rizos, sus cejas pobladas, nariz grande pero perfilada y sus labios rosados y finos. Pero lo que más me llamaba eran esos hoyuelos, todo en él era una invitación. Él levantó la ceja con una sonrisa pícara esperando mi respuesta. No me había dado cuenta que me había quedado como idiota viéndolo o mejor dicho comiéndomelo con los ojos.
—Claro.— respondí tomándome de un golpe el shot de tequila que me había traído Carmen.
—Ole morena.— Le saqué la lengua y le tomé la mano a Álvaro.
No podría asegurar que canción estaban pasando porque de verdad de reggaeton no sé mucho, pero el ritmo me hacía contonear las caderas, él llevó sus manos a mi cintura y me pegó a él. Podía percibir su aroma, olía a un perfume cítrico y al final un toque de vainilla por el Ninfa's, me gustaba.
No tuve noción del tiempo y la verdad no recuerdo si bailamos una o tres canciones más pero pasamos de estar en la mitad de la pista a terminar en un rinconcito oscuro dándonos unos besos desenfrenados, llenos de lujuria y con sabor a limón, tequila y un poco de cerveza. Sus manos y las mías comenzaron a inspeccionar y tantear nuestros cuerpos, las suyas subían y bajaban por mi espalda desnuda, cintura y acariciaba un poco mi trasero, mientras que con la otra mano me tenía sujeta por la cadera, me tenía acorralada entre su cuerpo y la pared. Llevé mis manos hacia su cuello para profundizar el beso, el condenado sabía cómo besar a una mujer.
—Morena, llegó tu hermana.— Habló Carmen, haciéndome separar de inmediato de la boca de Álvaro. Él me sonrió con picardía y yo con vergüenza, me sentí expuesta, no me gustaba dejarme llevar, dejarme dominar por mis instintos más básico y menos cuando tenía unas copas de más. Hace tiempo había sucedido algo así y la pasé mal porque no recordaba lo sucedido, me había sentido usada.
Miré a los chicos realmente apenada, pensarán que soy una chica fácil, sin principios. Mordí mi labio inferior y bajé la mirada.
—Disculpen.— mi voz sonó llorosa, los chicos me miraron extrañados. Ay no, no puede darme un ataque de llanto, me alejé de ellos con dirección al baño, empujé a varias personas que se encontraban bailando, esquivé otras mesas hasta que llegué a la seguridad del baño de mujeres. Di gracias de que estuviese solo, me miré al espejo varios segundos y tuve que echarme un poco de agua, necesitaba resfrescarme un poco. Pensamientos aleatorios de esa noche donde no estaba en mis cinco sentidos invadian mi mente. Sacudí la cabeza varias veces y los trate de reprimir, recuerdo a ese hombre tocarme, yo a él... De repente unas ganas de vomitar se apoderaron de mí.
Entré a un pequeño cubículo gris y comencé a vomitar lo que tenía en el estómago, el líquido salía a borbotones, sentía como mi cuerpo se descomponía, mi situación no tenía nada que ver con el licor, fueron esos recuerdos que me llevaron a esto, el recuerdo o mejor dicho, la falta de él, el pensar lo que él estuvo haciéndome. Me sentía asqueada conmigo misma y por permitirme llegar a ese punto con ese hombre. Lo que pasó con Álvaro es porque quería, él me gustaba de cierta manera, me sentía bien con él y de alguna forma sé que le gustaba, ese beso me lo demostró.
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Mi nueva vida
RomansLos comienzos nunca son fáciles y menos al otro lado del mundo, donde no conoces a nadie. Pero eso no iba a detener a Ari una chica de 28 años con tantos sueños y con unas enormes ganas de comerse al mundo pero a veces parece que el mundo se la va a...