La vida es una mierda, pero no dejaré que me salpique...
LM.
LION MILLER
Siento el sudor correr por mi piel, mis manos temblar y la mirada empañada por las lágrimas.
Otra maldita pesadilla.
Esto se repite una y otra vez, cada noche es más difícil que la anterior. He tratado de olvidar todo el pasado, lo juro, dicen que el tiempo lo cura todo, pero el puto tiempo hace que duela más.
—Joder— grito con frustración.
Paso mis manos compulsivamente por mi rostro tratando de enfocarme. Ya estoy cansado de la misma mierda cada noche.
Los minutos pasan y mi respiración va recuperando su ritmo normal. Decido tomar una ducha, prendo la lámpara que está en la mesita de noche, me levanto y voy directo al cuarto de baño, dejo que el agua se deslice por mi cuerpo llevándose un poco de la tención en mis hombros.
Las pesadillas empezaron luego de esa fatídica noche que se llevó todo lo que amaba. Muevo la cabeza intentando borrar los recuerdos que se aproximan porque aún duelen, duelen como el primer día.
Termino de ducharme, me pongo ropa deportiva, voy por mis audífonos y las llaves de la casa, el reloj solo marca las dos de la mañana, pero se que por esta noche no podré pegar el ojo.
Salgo de la habitación y me dirijo escaleras abajo sin emitir ningún ruido, no quiero que mis tíos se den cuenta y empiecen a bombardearme con sus preguntas, después de todo esto se convirtió en una rutina.
Cierro la puerta principal de la casa con mucho cuidado, dirijo mi vista a la calle la cual se encuentra en una penumbra silenciosa, me coloco los audífonos dejando que la música inunde mis oídos.
La música siempre ha sido una buena compañía en mis momentos de soledad y tristeza.
Giro mi cabeza hacia la casa de al lado puesto que me siento observado, pero no veo nada así que decido ignorarlo, corro por toda la calle principal sintiendo como mi respiración cada vez se vuelve más pesada, corro y corro hasta que las piernas me duelen y tengo que detenerme, me apoyo en mis rodillas intentando recuperar el aire perdido por el esfuerzo.
Pasadas unas horas el sol empieza a mostrar sus primeros rayos lo que me indica que es hora de volver.
Al abrir la puerta un olor a café inunda mis fosas nasales, veo a mi tía en la cocina preparando el desayuno. Mi tía piensa que salgo temprano a trotar, pero lo que no sabe es que salgo en la madrugada a distraer mi mente de los recuerdos. Cierro la puerta e intento subir las escaleras pero su voz me detiene.
—Buenos días hijo— trago grueso al escuchar la palabra "hijo", llevaba tiempo diciéndole que no me llamara así pero no me hacía caso —ves a ducharte y bajas a desayunar— volteo a mirarla y veo como me sonríe.
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Mi peligro
RomanceLion es un chico con un pasado oscuro lleno de secretos que no está dispuesto a contar, pero a su vida llegará una joven de cabello negro y ojos caóticos llamada Megan dispuesta a descubrirlos a como de lugar. Al final ambos caerán en su propio jueg...