Mi peligro

CAPÍTULO 05

Los recuerdos son todo lo que nos queda de las personas que ya no están, tengo una caja de recuerdos felices, la cual está repleta de las sonrisas de papá, las miradas de mamá, y las carcajadas de mi hermanito y a punto de estallar del amor que en nuestro hogar nunca faltó.

LM.

LION MILLER

Al subir a la moto, Megan rodea mi cintura con sus brazos, poniendo sus manos en mi pecho, trago grueso al sentir la calidez de su tacto, a pesar de que llevo mi camiseta puedo sentir el calor que desprende su cuerpo, al llegar estaciono la moto al frente de su casa, ella baja y me tiende el casco que le había puesto.

—Gracias Lion— dice nerviosa — gracias por todo.

—No te preocupes ovejita— sonrio —deberías denunciarlos.

—Tal vez lo haga, y por favor no le cuentes a nadie de esto— dice antes de darme un beso en la mejilla y escabullirse dentro de su casa.

Espero hasta que cierre la puerta, quiero asegurarme de que se encuentre a salvo, luego de unos segundos enciendo la moto y me voy a casa, pedí a Teresa que me dejara esta tarde libre, que mañana si haría mi turno completo y que me quedaría horas extras para compensar las pérdidas hoy, asi que solo son las cinco de la tarde cuando me encuentro sacando las llaves y abriendo la puerta.

Al entrar escucho voces provenientes de la cocina, a medida que me acerco las voces se hacen más fuertes llevándome a la conclusión de que es una discusión.

—¡Estoy cansado de esta mierda!— grita Lucas  —¡estoy cansado de que nos escondamos como si fuéramos unas ratas!— esta bastante enojado —¡no quiero vivir así ni un minuto más, no tengo la culpa de que mi tío haya generado todo este conflicto!.

Y en ese momento veo todo rojo, la sangre empieza a hervirme, y en un momento y sin pensarlo ya tengo a Lucas en el suelo golpeándolo sin control alguno.

—¡Jamás en tu puta vida vuelvas a decir que mi padre tuvo la culpa de lo que pasó!— grito con todas mis fuerzas golpeandolo más fuerte —¡maldito imbecil, acaso crees que papá quería que mi madre y mi hermano de tan solo ocho años fueran asesinados a sangre fría!— con cada palabra que digo le propicio un golpe certero en su rostro.

Unos brazos me toman desde atrás, separandome de Lucas, escucho sollozos a mi lado, es mi tía, tiene las manos en la boca y la cara llena de lágrimas.

Miro a Lucas el cual se levanta con dificultad, tiene todo el rostro magullado y completamente lleno de sangre, su labio inferior esta partido, se agarra la nariz con una mueca de dolor. Mi tía se acerca a él, tomando su rostro con ternura, y revisando las heridas.

Me suelto de los brazos de mi tío y salgo tan rápido como puedo, saco las llaves de la moto, tengo que salir de aquí antes de que cometa alguna locura.

Escucho los gritos de mi tía detrás de mi, diciendo que me detenga, que no maneje así, pero no me importa nada en lo absoluto, acelero tanto como puedo, la rabia corre por mi cuerpo, siento mi cuerpo sobrecargado de adrenalina.

Al llegar a mi destino escondo la moto en unos arbustos y bajo la pequeña colina, al llegar me siento en el pequeño muelle, quito mis zapatos y meto mis pies en el agua, esta fría, de pronto un recuerdo me inunda la mente.

—Papá, papá— llamé al hombre que se encontraba poniendo una carnada en su anzuelo.

—Dime hijo— dijo con esa sonrisa que siempre tenía en su rostro.

—Si logramos pescar un pescadito de color, ¿me lo puedo quedar?

El sonrió ante mi inocencia.