Capítulo 8

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Tomo mi resaltador verde y subrayo el texto que estoy tratando de memorizar

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Tomo mi resaltador verde y subrayo el texto que estoy tratando de memorizar. Llevo toda la mañana en la mesa de la sala preparándome para el examen de la próxima semana sobre los elementos básicos del dibujo. Tengo las guías que nos facilitó el profesor, mi laptop para ampliar información y mis resaltadores. Los cuales uso bajo un sistema estricto que consiste en: amarillo para conceptos, verde para datos importantes (largos), rosado para datos pequeños (fechas, frases, decisiones cortas) y azul detalles que puedan ser relevantes.

Y sí, puede que sea un poco neurótica con mi sistema de estudio, pero es algo que de verdad disfruto. Me gusta la sensación de descubrir y entender la historia, aprender cosas nuevas y la felicidad de aplicar estos, sobre todo cuando lo hago bien. Hay algo especial en aumentar mi conocimiento, en poder participar en cualquier tema porque tengo noción o una buena base de conocimiento para argumentar. Además, que me vaya bien en los estudios me acerca a esa meta tan anhelada, y con eso no solo me refiero a tener una carrera, sino a la libertad. Aunque no puedo negar que elegí y disfruto esta carrera porque me acerca a él.

Trago grueso.

Llevo sin pensar en él desde que estoy aquí. No es el tiempo más largo que he estado sin hacerlo, pero... A veces me siento mal por no hacerlo más seguido, sin embargo, es que cuando lo hago es muy doloroso.

Sacudo la cabeza para alejar la dirección de mis pensamientos. Tengo que concentrarme.

Regreso mi vista a las hojas y continúo en lo que estaba haciendo. Me alegra que la casa esté silenciosa, es así como acostumbro a estudiar y a estar en general. Hay algo en el silencio que me genera paz.

El golpe estruendoso de la puerta del apartamento me hace dar un brinco en la silla.

—¡Buongiorno!

Respiro profundo.

Por supuesto que habían sido muchas horas de tranquilidad sin la campanita pelinegra.

Me acomodo en mi silla y reúno las hojas que desordené por el susto. Ni siquiera me molesto es girar el rostro cuando escucho sus pasos en mi dirección.

—Ma bella —empieza la italiana acercándose—. ¿Cómo te encuentras hoy? ¿Dormiste bien?

Casi quiero reírme con ironía. Dormir bien fue lo menos que hice a noche. Recuerdo despertarme agitada tratando de abrir la puerta de mi habitación y la asfixiante necesidad de correr. Malditas pesadillas están volviendo de nuevo y no sé por qué. Con lo que hago, no deberían estar pasando.

—Estaba en paz y tranquilidad hasta que decidiste entrar gritando.

—Oye, eso no es muy amable de tu parte. Pensé que estábamos avanzando en nuestra relación, pero tú te niegas a seguir adelante. ¿Necesitamos terapia de pareja? Porque tengo a alguien...

Masajeo el puente de mi nariz.

—¿En serio tienes que ser tan exagerada todo el tiempo? —la miro.

Dolce BelladonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora