—¡K.O!— gritó Josuke festejando su séptima victoria en Smash.
Kakyoin veía la pantalla indignado, no tanto por haber perdido, sino que las palabras ácidas de Jotaro le resonaban arduas por sus oídos y le amargaban la boca. Había sido tan repentino que aún no digería del todo los acontecimientos de esa tarde.
"—No tienes nada que explicarme, lo que hagas me importa un carajo"
—Pues la verdad ni se siente tan increíble ganarte si estás distraído— murmuró Higashikata apagando la consola y la televisión. Se paró frente al pelirrojo que tenía la mirada aún perdida en el control y soltó un suspiro. -¿Me vas a decir ya qué demonios pasó entre Jotaro y tú?
—¿Cómo sabes de Jotaro...?
—Kakyoin, por Dios, ustedes eran inseparables y de la noche a la mañana dejaron de hablarse, o bueno, tú dejaste de hablarle.
Una punzada de culpa atravesó su pecho.
—¿Y bien?— continuó Josuke sin apartar su atenta mirada.
—Solo fue algo...— y se quedó sin palabras. En sí, ahora que lo analizaba, ¿Por qué le había dejado de hablar?
Ah, sí, estaba enojado porque alguien se había aprovechado de su vulnerabilidad y...
Espera, ¿Había sido vulnerabilidad si accedió también a tener sexo con él?
No. Él estaba consciente cuando sucedió todo y lo disfrutó, pero lo que jodió el momento fue la mañana siguiente que Jotaro intentó actuar como si fuera un revolcón más y...
No estaba enojado. Estaba dolido. Y sí, de alguna forma u otra, había sido esa vulnerabilidad la que mancilló su amistad.
"—¡Solo fue sexo, Kakyoin!"
¿Para Jotaro solo era eso? ¿Un simple acto de obtener placer y ya? Entendía que había bombardeado al pelinegro con sus mil y un palabras, pero ¡Puta madre!, si de por si Kakyoin ya era una bomba de tiempo en cuanto a lo sentimental, sumado a lo último que había sucedido en el salón de clases...
Y aún debía pensar en qué demonios iba a hacer con Hol, ese hijo de puta cada día se sobrepasaba más con él. Pero no podía decir nada o atacarían a Jotaro.
Era una boya perdida en medio del océano de la incertidumbre.
Intentó ignorar todo con el fin de evitar el dolor, pero ya se estaba implantando en su pecho y no quería caer en más vulnerabilidad.
—Fue una estupidez— contestó más por fuerza que por gusto. —Y no quiero hablar de eso, por favor, mejor sigamos jugando.
Higashikata soltó un "está bien" y prendió el Nintendo 64. De todas formas siguió ganando cada partida hasta que el sol comenzó a ocultarse.
•••
—Y entonces cuando entré al salón estaba ahí besándose con otro tipo— narraba fastidiado el moreno mientras la rubia lo analizaba detenidamente. Jotaro daba vueltas como un león enjaulado a punto de atacar al primero que se le parara enfrente.
—Bueno, y ¿estás seguro que Kakyoin regresó el beso o incluso él que lo inició? Digo, el que conoce mejor a Kakyoin eres tú, pero no creo que sea él el tipo de persona que se deje llevar así. Tal vez todo solo fue un malentendido— sentenció mirando fijo al pelinegro que se detuvo en seco un instante.
Mierda, ¿podría ser cierto?
Si se detenía a repetir la situación, Kakyoin y Hol Horse ni siquiera hablaban, ¡Ni en el mismo salón estaban!, y si sumaba el hecho que la cara de Noriaki había sido una de total disgusto al separarse de ese bastardo...

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Fuerte Deseo
De Todo"La presa rondaba a diario el territorio del depredador sabiendo los fuertes tiempos de hambruna que este pasó. Sin embargo, nunca temió. El ciervo paseaba libre por los altos pastizales, siendo visto por el famélico lobo que guardaba el momento per...