35. Protección/Pelea IV

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El alfa estaba visiblemente furioso de descubrir que llevaba la gargantilla puesta, se preguntó si el material aguantaría, vio sus propias manos ensangrentadas frente a sus ojos al haber intentado detener los dientes y ataques del hombre encima de él.

En ese momento en su mente pasaba el trayecto que hizo antes de estar en esa situación, lo cual no tenía ninguna utilidad práctica más que la de preguntarse si hubiera sido distinto de haber hecho algo diferente.

Lana llamó, preguntándole si pasaba por él, él accedió, pidiéndole que lo esperase en cierto lugar del estacionamiento, al cual podía llegar directamente por las escaleras de emergencia, no quería tomar el ascensor.

Reborn se había quedado dormido en el sillón de la sala, le había dicho que lo acompañaría a la salida, incluso quería ir a clase, pero era obvio que aún estaba demasiado somnoliento como para ir, así que no estaba a discusión. Decidió tampoco molestarlo para que lo escoltase, le pareció una exageración, solo haría el recorrido entre el apartamento y el sótano, evitaría el elevador, eso le pareció suficiente.

Pero no fue así.

Sintió su propio aroma volverse amargo, no quería caer presa del pánico pero comenzó a saberse rodeado de aquella esencia opresiva que hacía que la nariz le molestase al punto que le picaba la garganta y le dificultaba respirar.

Aceleró el paso, buscando en sus bolsillos algo para defenderse, un bolígrafo, unas llaves, dolorosamente consciente del objeto en su cuello mientras se concentraba en repetirse mentalmente que solo tenía que seguir bajando escalones y llegar al auto de Lana al tiempo que se aferraba a su mochila pensando en hundirse en el asiento del Kia de Lanita, el cual seguro estaría tibio y olería a fresias.

Pero aunque parecía algo sumamente simple no pudo llegar a ser. Faltando un par de pisos comenzó a correr bajando los escalones saltándose uno que otro, oyendo pasos que iban tras él. Tenía la garganta seca y los ojos le lagrimeaban, casi podía jurar que había partículas de paprika en el ambiente, pero sabía que solo era producto de su imaginación, pues el olor provenía de otro sitio.

Creyó haber cantado victoria al abrir la puerta que marcaba de salida al estacionamiento e inhalar una bocanada de aire fresco que permitió que sus pulmones descansasen un instante y ver cómo Lana levantaba la mirada desde el sitio del conductor de su auto antes de que un golpe lo pusiera contra la pared sacándole el aire.

—Veo que te gustan los juegos, pero ya me cansé dejugar...—

Luzborn ABO monthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora