41. Prendas con aroma

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Por mucho que lo primero que quisiera hacer al salir del hospital fuera ir corriendo a buscar a Reborn éste seguramente estaba en clase y él debía ir a casa primero...no lo diría, pero sentía pavor de ir al departamento del de ojos oscuros y recorrer aquellos pasillos temiendo encontrarse con aquel olor asfixiante y aquellos ojos verdes brillando en la oscuridad.

Apenas llegar sintió la necesidad de ducharse, contentándose al no oler en su piel más que granos de café; al ir a su closet por algo para vestirse vio que habían llevado hasta allí uno de los suéteres de Reborn, quizás confundiéndolo por estar entre sus cosas.

Inhaló, pero ya no tenía nada de su esencia, solo el suavizante que su madre usaba, suspiró, poniéndoselo de todas formas, doblando los puños para que quedase al largo de sus brazos; al ir a la cocina solo encontró una nota de su madre avisándole que debía volver al trabajo, sabía que Axozer estaba con Rubius, así que estaba solo, lo cual le creó un sentimiento de inseguridad que no estaba seguro de haber tenido antes del...incidente.

Calentó la comida que habían dejado para él en el microondas mientras buscaba su móvil en el fondo de su mochila en su closet, lógicamente descargado por completo, se lamentó, yendo a por su cargador cuando oyó la puerta principal.

Se tardó en decidir si ignorar el timbre, pero ante la insistencia, seguido por ligeros golpes en la puerta, vio por la mirilla, sintiéndose nervioso, al divisar quién era abrió la puerta al instante, siendo atrapado por unos brazos familiares.

También se aferró a él, queriendo llenarse del olor característico de su persona favorita, deseando que el suéter volviera a impregnarse de su aroma, pero al instante le obligó a separarse, revisándolo de arriba abajo, preguntándole con urgencia cómo estaba, cómo se sentía, murmurando cuánto lo había extrañado.

Apartó sus cabellos castaños del rostro, palpó sus brazos sin hacer presión, tomó sus mejillas como si tuviera miedo de lastimarlo. Luzu también llevó las yemas de sus dedos allá donde quedaba el fantasma de un hematoma en la mandíbula y un corte casi invisible en la ceja del más alto.

—Estuve hablando con Mónica pero...—

—Estoy bien, de verdad...gracias a ti...— lo abrazó, sintiendo como el otro exhalaba con alivio.

—Tuve mucho miedo—

—Pero si tú no le tienes miedo a nada, Don agallas— se burló el castaño, el más alto tomó su barbilla con el pulgar y el índice, viéndolo fijamente, como si quisiera grabarse cada línea de expresión del rostro del otro.

—Ese día sí, aun lo tengo...—

Luzu vio directo en aquellos ojos oscuros, sabiendo que decía la verdad, sabiendo que él mismo aún tenía miedo y que no era algo que se fuese a marchar de un momento a otro solo porque sí, pero que estando tan cerca de Reborn la perspectiva parecía menos aterradora.

—Te amo...— el ojiazul, cayendo en cuenta de que no era precisamente lo que tenía planeado soltar, desvió la mirada, balbuceando agradecimientos por haber estado al pendiente de él, preguntando sobre su estado, sobre la escuela, sobre el caso, pero fue interrumpido por los cálidos labios del otro, fundiéndose en un beso dulce a la vez que lleno de la necesidad que habían sentido mutuamente.

—También te amo...— el castaño rio, pasando la lenguapor sus labios, contento de ver su declaración correspondida, sin saber quéotra cosa hacer que dar un pequeño beso más —¿Quieres que vivamos juntos? —.

Luzborn ABO monthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora