Era la primera vez en su vida que él podía sentir esto de una manera tan abrumadora y desgarradora...
Su cabello rojo llameante parecía brillar incluso más que las llamas que estaban ahogando a la capital en la miseria. Sus ojos, profundamente azules, que siempre parecían contener algo que ninguna otra persona en el mundo era capaz de poseer, comprensión, heroísmo... eso es. Sin embargo, ahora solo podía ver, con esos ojos, la muerte y la miseria, la desesperanza y la desolación de un mundo que una vez creyó poder proteger.
Él había perdido... no, fue completamente derrotado, aplastado en toda la extensión de la palabra. No quedaba nada de la esperanza que lo había impulsado hasta ahora, solo el amargo sabor del fracaso.
Sus ropas estaban en perfecto estado, pulcras, excepto por sus manos, cubiertas de sangre. La sangre de Elsa, la mujer que peleó hasta el final. La mató definitivamente, convirtiéndola en menos que polvo, destruyendo su cuerpo a un nivel imposible para cualquier otro que no fuera él. Y aun así, eso no había cambiado nada.
Su espada, una legendaria arma que simbolizaba la justicia y el poder, descansaba en su cintura, pero no podía desenvainarla. El arma más poderosa que existe, con el portador más poderoso que ha existido jamás, juntos creando la fuerza más temida y respetada del mundo... y sin embargo, esa misma fuerza no logró hacer nada. Su espada ni siquiera salió de su vaina.
El eco de la cacofonía compuesta de lamentos y gritos llegaba a sus oídos como una sinfonía de sufrimiento y desesperanza. Pudo escucharlos a todos y cada uno de ellos con perfecta claridad, como si su propia alma estuviera absorbiendo el dolor de la capital entera. Pero él no podía salvarlos.
Sus ojos estaban clavados en una escena.
El hombre responsable de todo esto estaba muerto... pero no fue él quien lo mató. No, fue alguien más. Pero él estaba muerto y eso era lo único que importaba. Aunque, en lo más profundo de su ser, sentía que eso no era suficiente.
Aun así, las emociones que se arremolinaban dentro del pecho de este joven héroe no eran de satisfacción ni de alivio. Nada de eso. Solo podía sentir inconformidad, y odio, cólera irracional que subía por su garganta. Pero no gritaría. No liberaría ninguna de las emociones que lo estaban golpeando. Como si fuera la primera vez que sentía esto, no era capaz de comprenderlo. ¿Estas emociones siempre habían estado dentro de él? Tal vez. Tal vez las había enterrado en lo más profundo de su corazón, encerrándolas, negándolas. Si se permitía enojarse, si dejaba salir su rabia, podría provocar un desastre que traería la desgracia a todos. Así que las encadenó, las desterró. Para poder ser un héroe. Para poder ser el héroe que su abuela le dijo que sería. Para ser un digno sucesor. La única persona que merecía ser odiada era él mismo. Ese era su sincero pensamiento, algo que había mantenido como una regla inquebrantable.
La duda, la dependencia de otros... un héroe tenía que manejar todo por su cuenta. Solo así podía evitar el sufrimiento de los demás. Un héroe siempre debía actuar de acuerdo con su sentido de la justicia.
La justicia... Eso es. Él debía ser la justicia. Todas sus acciones debían ser por y para la justicia. La justicia era el motivo de su existencia, la razón por la que empuñaba su espada. La justicia... la justicia fue aplicada al hombre que hizo todo esto, pero él no estaba conforme. Él quería matarlo. Quería cumplir con su papel como héroe.
Pero falló. No pudo proteger a la capital, no pudo proteger a sus camaradas, a los niños y niñas, a las mujeres, a los hombres, a los ancianos. No pudo proteger a nadie ni a nada.
Falló como héroe. Falló como el Santo de la Espada.
Reinhard llevó una mano a su pecho y lo apretó con fuerza.

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Reinhard Van Astrea en DXD
FanfictionReinhard tiene que volverse un heroe verdadero ¿Fracasara o lo lograda?. primer fanfic que hago de este personaje, sinceramente no sé que más decir XD.