Capítulo 5

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Reinhard abrió los ojos cuando sintió el ligero toque de alguien golpeando su hombro, pero cuando los abrió solo vio a Asia argento estirando su mano en su dirección.

Ella pareció sorprendida por un momento.

― oh, estabas despierto, ya llegamos a nuestra parada.

Ella dijo con una sonrisa, que el pelirrojo correspondió por un momento, luego asintió, y tomo sus maletas.

Griselda e Isabel estaban esperando un poco adelante.

Todas las pertenencias que ellos poseían en estos momento podían caber en una pequeña y vieja maleta que dante les había regalado.

Reinhard sintió que el peso de la maleta era ligero, y casi parecía gracioso que en ella estuviera todo lo que ellos poseían.

Luego miro hacia Griselda ella tenía otra maleta esa era un poco más grande que la que el lleva en sus manos, en ella estaba guardada la espada del Dragon Reid.

Ella la había tomado y desde entonces ella la había estado transportando, no sabía que es lo que ella haría con esa espada, lo más probable es que la entregara a sus jefes, pero eso sería inútil esa espada solo podía ser usada por el, así que sería inútil en las manos de cualquier otro, considero quien ese motivo era suficiente como para que los de la iglesia perdieran interés en ella.

Miro por las ventanas del tren, podía ver un paisaje estaño afuera, completamente distinto a el pueblo conde había estado viviendo las anteriores semanas.

Una conglomeración de personas se movían agitas, caminando sin siquiera mirar a los que los rodeaban, en pocas palabras personas ocupadas en su propia vida.

Nadia se fijó en los tres niños que no tenían nada el mundo.

Reinhard sintió la mano de Asia apretar la suya cuando salieron del tren y se adentraron en esta agitado y ocupado mar de personas.

Griselda los miro con una sonrisa.

― ¿Qué les parece si primero vamos a comer algo?, deben de estar hambrientos luego de este largo viaje.

Asintiendo, comenzaron a caminar buscando un lugar donde pudieran llenar sus estómagos.

― Señorita Griselda.

Reinhard alzo su voz por encima del ruido que los rodeaba, Griselda lo miro con curiosidad.

― Cuanto falta para que lleguemos a ese lugar llamado vaticano.

Ella lo miro un momento, luego llevo un dedo a su boca mientras meditaba.

― Probablemente en un par de días, primero necesitamos recoger a otra persona que nos acompañara al vaticano, es pero que no les moleste convivir con alguien más durante el viajo.

Reinhard asintió, en comprensión.

― no me molesta de ninguna manera.

Él dijo con un tono calmado. Luego agrego.

― ¿la personas que se unirá a nosotros es también un miembro de la iglesia igual que usted?

Griselda sonrió amablemente mientras negaba suavemente con la cabeza.

― no. ― ella tarareo, luego agrego con una sonrisa. ― De hecho ella es solo una niña igual que ustedes, por favor llévense bien con ella.

Reinhard asintió ligeramente, mientras mantenía su mirada fija en el camino, un poco maravillado por el mundo que estaba mirando por primera vez.

Sin duda este mundo era complemente diferente a todo lo que había visto, en libros, o con sus propios ojos, aun así, no se sentía emocionado como tal, tal vez si hubiera sido antes de lo que paso en el orfanato el podría ver este mundo con ojos sonadores, como un niño, pero ahora mismo su cabeza estaba más centrada en otras cosas, cosas que un niño de 8 años no debería de pensar.

Reinhard Van Astrea en DXDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora