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Akashi y Sano.

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El sol brillaba ese día, las nubes se veían esponjosas y más blancas de lo normal.

Los pájaros cantaban, la brisa cálida le acariciaba los mofletes, las flores bailaban al compás del viento. Era un día precioso.

¿Y él?, iba sentado en la parte de atrás del lujoso auto de su hermano mayor mientras escuchaba a la única mujer en su familia cantando a todo pulmón.

Takeomi conducía con una gran sonrisa en los labios contento de escuchar la melodiosa voz de su hermanita resonar por todo el automóvil. Movía sus hombros al compás de la canción y, ¿por qué no?. Haruchiyo también lo hacía desde la parte de atrás intentando contener su risa.

— ♪♪¿Cuántas estrellas hay en el cielo?.
¿Cuántas habrá en el fondo del mar?.
¿A que se debe el azul del cielo?.

¿Y por qué también es azul el mar?.
Hay tantas preguntas, tan cosas por explorar. ♪♪

Senju llevaba puestas unas lindas gafas de sol color blanco, el viento que entraba por la ventana del auto revolvía sus blancos cabellos cortos y suaves. Movía los hombros, movía las manos y hacia gestos para interpretar mejor su actuación y su canto.

Haruchiyo la imitaba de vez en cuando con forme avanzaba la melodia, la mascarilla negra se encontraba en sus manos permitiéndole cantar a gusto junto a la albina.

— ♪♪ Que quisiera ser, un super buzo para conocer los caballitos de mar.
Y quisiera ser, un gran piloto, a todas las nubes poder saludar.
Pero lo que más quisiera ser.
Es poner la imaginación a volar. ♪♪

La sonrisa en el rostro de Takeomi se hizo más grande en cuanto vio por el espejo retrovisor delantero a su hermano menor cantando y bailando al ritmo de Senju. La menor al darse cuenta también comenzó a reírse a carcajadas pataleando como si volviera a ser una niña pequeña.

Podían dejar de ser adultos por un momento y disfrutar del momento.

La alegría era palpable, tenían pocos momentos como esos en realidad. Después de aquel accidente Haruchiyo se había vuelto una persona más sería y reservada. Nada volvió a ser como antes y aún así aquellos pequeños momentos eran los que más apreciaban, eran recuerdos dignos de guardarse muy en el fondo del corazón como si se tratase del tesoro mas valioso y delicado.

- Debería hacerme cantante algún día - hizo gestos de manera dramática colocando sus lentes de sol en su cabeza con elegancia - Sería muy famosa y ustedes serían mis guardaespaldas más fieles y guapos.

- Cantas feo - el mayor volteo a verla unos segundos, arrugó la nariz con diversión mientras frenaba el auto. El semáforo había marcado en rojo permitiendo que se volteara para ver a Sanzu - Y tu también cantas feo.

𝐒𝐢 𝐦𝐞 𝐚𝐦𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐬𝐨𝐲 - 𝐒𝐚𝐧𝐳𝐮 𝐱 𝐌𝐢𝐤𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora