San

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Cup of Coffee

―¡Mamá, cuéntame la historia de la "chica pocillo" de nuevo!― la niña salta en su cama, mientras su madre alcanza un cepillo

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―¡Mamá, cuéntame la historia de la "chica pocillo" de nuevo!― la niña salta en su cama, mientras su madre alcanza un cepillo.
―¿Otra vez? Anoche también me pediste que lo hiciera― dice su madre, sentándose.
―Quiero que me la vuelvas a contar.
―Bien― comienza a pasarle el cepillo por el cabello―. Había una vez, en un pequeño pueblo, una chica. Todos tenían un símbolo, dado cuando nacían. A ella le había tocado un pocillo de café. Era pequeño, pero era más que suficiente. El pequeño pocillo era blanco, y tenía una mariposa color azul pintada en un costado. Tenía sus golpes, pero ninguno que hubiera sido peligroso...

...Pero, un día, el golpe que le provocó su primera grieta llegó. La chica tenía una hermana mayor por un año, con la que se llevaban bien y mal de a ratos, como cualquier hermano. Su hermana mayor tenía un novio, que era agradable y bonito, que escuchaba todo lo que el otro tenía para decir, y los aconsejaba desde su punto de vista, siempre validando las emociones del otro. Nunca hubo ningún problema entre ellos, ni siquiera con Hyeon, hasta que él engañó a su hermana con otra chica, una chica muy similar a Hyeon. Cuando su hermana se enteró, un odio profundo creció en su pecho, dirigido a Hyeon.

―¡Tienes que creerme, yo no fui!― exclamó Hyeon, con un dolor profundo en el pecho.
―¿No fuiste? ¡Entonces explícame quién es ella!― su hermana mostró una foto de ambos chicos. Hyeon no la conocía.

―No... no la conozco. ¡Pero yo no fui! ¡Soy tu hermana, no podría hacer eso!
―No confío en ti. Me tienes celos por cualquier pequeña cosa que logro, así que no me sorprendería que seas tú.
―¡Hesook, por favor! Mírame a los ojos y dime: ¿de verdad crees que soy yo?

Su hermana la miró, seria. Hyeon tenía los ojos rojos y un nudo en la garganta, que dolía cada vez que tragaba saliva. Movió lentamente su cabeza, haciendo que Hyeon perdiera el aliento y el dolor en el pecho aumentara, al mismo tiempo que susurraba un "Sí" casi inaudible. Casi se pudo escuchar cómo el pequeño pocillo se agrietaba. Hyeon fue la que lo escuchó, su hermana estaba ocupada en irse como para escucharlo y arreglarlo a tiempo. Esa grieta crecía a medida que su hermana la ignoraba o decía cosas sobre ella que no eran ciertas. Crecía a medida que su madre le recriminaba más cosas, cada vez que su padre se quejaba de su actitud.

La niña bosteza, mientras su madre le pasa la mano por el cabello, acariciando sus suaves ondas. La mira, en silencio.

―¿Cómo se llamaba el amigo de ella?― pregunta, moviendo un poco la cabeza.
―No lo recuerdo― contesta su madre, sonriendo―. ¿Cómo se llamaba?

―¡San!― dijo, acercándose a su amigo.

Vio que tenía lágrimas y escuchó un sonido conocido. Casi corrió hacia él, con su corazón apretándose en su lugar. Se sentó a su lado y lo abrazó con fuerza, tratando de reparar la grieta que había en el símbolo de su amigo. Pero sabía que nadie más que la persona que lo rompió es la única que podía repararlo.

O N E S H O T S {Ateez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora