Yeosang

216 11 0
                                    

angel & demon

Yeosang acaricia mis alas y un escalofrío recorre mi columna vertebral, haciendo que se me ponga la piel de gallina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yeosang acaricia mis alas y un escalofrío recorre mi columna vertebral, haciendo que se me ponga la piel de gallina. Giro la cabeza y veo que las alas relucen ante su toque, con brillos coloridos, como un rayo de luz que cruzó un prisma de cristal. Veo que sus ojos enrojecen y aparece una repentina mueca de deseo en su rostro, lo que me asusta en cierto modo. Es la primera vez que lo dejo tocarlas, otras veces solo se las he mostrado, aunque no es la primera vez que el deseo aparece en su rostro. Sé que anhela algo más, pero también sé que aún no es tiempo. Yo también lo anhelo.

―Son hermosas― susurra. Asiento, sin saber cómo responder. Mucha gente dice lo mismo, nunca sé qué decir―. ¿Por qué brillan?
―No lo sé― confieso―. Cuando alguien más las toca no pasa, pero ahora que tú las tocas... es diferente.

Normalmente, no dejaría que las toque. Pocas personas, o ángeles, pueden hacerlo. Ni hablar de alguien como él. Pero él es especial, o eso quiero creer. Cuando me topo con alguien como Yeosang, su tacto generalmente me lastima, pero él no lo hace. Ni siquiera cuando nuestras manos se rozan sin querer, o cuando pone mi cabello detrás de mis orejas. Ni una sola herida. Yeosang aleja su mano de mis alas y siento un vacío repentino, lo que me hace perder el aliento. Lo miro.

―No puedo volver a hacerlo, ¿verdad?― pregunta. Niego con la cabeza.
―Está prohibido que esto pase. Se supone que tú y yo... ni siquiera deberíamos habernos acercado en primer momento.
―Pero somos diferentes a los demás. Quiero decir... tú has visto lo que pasa cuando alguien más como yo te toca. Tus alas... Somos diferentes.
―Eso creo. Pero no podemos estar seguros, quizás es cuestión de tiempo― digo. La esperanza que su voz destila me duele un poco, aunque también me contagia―. No quiero que tentemos a la suerte de esta manera. Me pueden castigar.
―¿Y a mí?
―Tú ya fuiste castigado una vez, Yeosang. No creo que hagan lo mismo dos veces.

Me acerco a él y pongo una mano en su cuello, suave. Apoya su frente en la mía y cerramos los ojos. Conozco su historia. Muchos la conocen. Fue uno de los primeros ángeles en ser castigado, uno de los primeros en deambular por el plano humano. Abro los ojos y observo su rostro. Es completamente perfecto. Tiene rostro de ángel, sus facciones no desaparecieron cuando lo castigaron. Es como si se hubieran acentuado mucho más al momento de su castigo.

―Debo volver― susurro, haciendo que abra los ojos―. No puedo quedarme mucho tiempo aquí.
―¿Cuándo volveremos a vernos?― pregunta, como desesperado.
―Espero que pronto.

―Espero que pronto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
O N E S H O T S {Ateez}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora