Capítulo 5

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Elizabeth

-Si Tita Mari

-Me le das muchas saludes a tus padres y a todos los que estén allá.

-Bueno Tita, ¿Me pasas a mi Tita Antonia?

Estoy acostada en mi cama mientras hablo con mis abuelas por llamada.

Mi abuela Maria y mi abuela Antonia son las madres de mi mamá, mi abuela Maria fue obligada a casarse con un señor que no conocía mientras ella estaba completamente enamorada de su mejor amiga Antonia, en esos tiempos todo este tema era un gran tabú y por consiguiente era algo inaceptable, visto como un "pecado", ella tuvo que sufrir en silencio y casarse con una persona que no quería, a pesar de esto ella seguía viéndose con mi Tita Antonia a escondidas, mi abuela Maria sufrió muchos abusos, maltrato psicológico y físico por parte del monstruo con el que tuvo que casarse; tiempo después mi abuela quedó embarazada y cansada de aguantar los maltratos y la infelicidad que vivía en ese hogar... decidió escaparse, Antonia siempre estuvo junto a ella, apoyándola y ofreciéndole su mano en todo momento, así que las dos decidieron escapar juntas de todo lo que tanto las estaba matando lentamente.

En ningún momento aspiraron el momento de contar la verdad, ellas siempre fueron conscientes de que no encontrarían apoyo en ninguna de sus familias y lamentablemente de ningún modo sería aceptado el amor que juntas fueron construyendo poco a poco.

Llegaron a un pueblo y empezaron desde cero juntas, a pesar de todas las subidas y bajadas que encontraron en el camino, de todas las puertas cerradas y de las vías que les tapaban por el simple hecho de amarse lograron salir adelante, no tuvieron la mejor vida, habían días sin comida y noches llenas de frío, pero a pesar de todo lograron encontrar su libertad, una libertad que ambas anhelaban.

Hoy en día viven juntas en un pequeño apartamento de la ciudad.

-Hola mi pequeña, ¿Cómo estás?

-Bien Tita, todo va muy bien -respondo mientras sigo dando vueltas en la cama, siempre he tenido la duda del porque muchas personas no logran quedarse quietas a la hora de hablar por llamada, cabe aclarar que entre esas personas estoy yo.

- ¿Tus padres cómo están? ¿Cómo va el trabajo en la finca?

-Todo muy -escucho que tocan la puerta-, espera Tita dame un segundo.

Rápidamente me levanto y al abrir la puerta me encuentro con un Leonardo con una cara de recién levantado (y de odiar el mundo), su cabello desordenado y un rastro de marcas de las sábanas en su lado izquierdo de su rostro

-Pequeña ¿está todo bien? -pregunta mi Tita a través del celular.

- ¿Puedo bañarme? -dice Leonardo con una voz gruesa y un poco ronca.

-Uy esa fue la voz de todo un hombre -intento de tapar el celular para que Leonardo no escuche-, ¿Pequeña tuviste acción anoche? -dice mi abuela mientras se ríe.

Leonardo da una pequeña sonrisa, mientras yo me siento apenada por lo que seguramente escuchó.

- ¡ABUELA! -le gritó por el teléfono-, sigue, si necesitas algo me avisas -le digo a Leonardo mientras lo dejo pasar a mi habitación.

-Tal vez te necesite a ti en la ducha -dice mi Tita Maria-, o tal vez él si te pueda dar un gran baño con masaje incluido -oigo decir a mi Tita Antonia.

Veo que Leonardo cierra la puerta del baño.

-Ya dejen de decir bobadas -les digo mientras me rio.

Trazos llenos de armoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora