02.

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KATE

Mi madre entra en mi habitación pidiéndome que limpie la nieve del camino de entrada para que pueda sacar su auto. Salgo de la cama y me las arreglo para ducharme rápidamente antes de ponerme unos jeans y una camiseta de manga larga. Agarro mis grandes botas de invierno y el abrigo, salgo y veo a mi otra madre trabajando. No digo nada, solo voy donde ella, le quito la pala y voy al área donde estaba trabajando.

—Gracias, hija. Te haré algo de comer.

Me da un golpecito en la espalda, y acabo mientras mi madre se prepara para ir a trabajar. Es una enfermera de emergencias que trabaja lo que le llaman tres- doces. Tres días y turnos de doce horas, después tiene cuatro días libres. Ha estado haciéndolo durante casi veinte años, así que sé que incluso cuando se queja, ama su trabajo. Wanda, mi otra madre tiene una ferretería en la ciudad, y todo el mundo la quiere. Es el tipo de mujer que espero ser un día, si alguna vez averiguo cómo. Mi madre sale del garaje y se para delante de mí para bajar su ventana.

—La cena está en la nevera, con una nota para saber durante cuánto tiempo poner en el microondas. —Gira su cabeza a un lado, y trata de luchar contra una sonrisa—. Dale un beso a tu madre y métete dentro. El día está más frío que tú tío Tony.

Me inclino, dándole un beso, y niego. —Tony murió hace diez años.

—Por eso. —Me guiña un ojo y sube la ventana, saliendo del camino y alejándose conduciendo.

Cuando entro, veo que mamá Wanda me ha dejado algunos huevos y avena sobre la encimera. Me siento y me lo como todo, pensando que probablemente podría comer un poco más. Mirando mi reloj veo que tengo como veinte minutos antes de que tenga que ir a la escuela, pero recuerdo que tengo que cargar gasolina. Mamá Wanda baja vestida con su pantalón oscuro y su jersey de trabajo que pone La Ferretería Romanoff en el pecho.

—Me voy. ¿Estarás en casa después de la escuela?

Asiento y tomo mi mochila. Le escucho suspirar, pero no digo nada. No quiero empezar ahora, porque tengo que irme.

—Kate —dice, y conozco ese tono. Espero, y seguro que tiene algo que decir— . La temporada de tiro con arco se ha acabado y tienes una gran beca en Minnesota para el otoño. Tu madre y yo estamos tan orgullosas de ti, hija. Quiero que estes segura que lo que estás haciendo es lo que quieres y que no estás compitiendo y entrenando porque te sientes obligada a hacerlo.

Me encojo de hombros, pero sé lo que quiere decir.—Estoy contenta de estar en el equipo, mamá. Podré conseguir una buena educación. Eso es todo lo que me preocupa.

Alarga la mano y frota mi hombro.—Está bien. Tienes tiempo si decides cambiar de idea. —Me sonríe, y le sonrío—. Ahora si, ¿tienes idea de a quién vas a llevar al baile de invierno?

Pongo los ojos en blanco y paso por su lado. Creo que solo usó la charla del tiro con arco como una excusa para sacar el tema. De nuevo. Mi madre me sigue, y puedo escuchar sus palabras sobre la nieve crujiendo bajo mis botas.

—Solo pregunto, Kate. No es la gran cosa.

Claro. No es una gran cosa que no puedas dejar de preocuparte sobre si estoy saliendo con alguien o no. Subo a mi Jeep Wrangler y le digo adiós a mi madre. Se preguntan por qué no hablo mucho, y es mayormente porque no puedo hablar con ellas. Mientras conduzco a la gasolinera, pienso sobre el instituto y cómo piensan que me estoy perdiendo una pieza clave de la experiencia por no salir con nadie. No estoy interesado en ninguna de las chicas, o chicos ya que estamos, del colegio. Soy una estudiante de dieciocho años que saca en todo dieces y quien representa a West High Wolves en arquería, y me concentro en mi futuro. Soy amiga de un par de personas de mi curso, pero mayormente soy un solitaria. He disfrutado ser de esa manera por tanto tiempo que pase entrenando mi tiro. Siempre he sido una chica solitaria, así que mis madres me pusieron en deportes esperando que socializara. Tuve éxito con cada flecha que pusieron en mis manos, pero continué siendo igual. Soy silenciosa la mayor parte del tiempo, y cuando hablo, es porque realmente tengo algo que decir. Las chicas de mi escuela piensan que eso me hace una engreída, pero no me molesto en preocuparme. Si eso es lo que piensan, entonces estoy mejor sin ir al baile de invierno y acabando el instituto sin esa experiencia. Veo a alguien caminando al lado de la carretera mientras entro a la gasolinera. Me toma un segundo darme cuenta de que es una chica abrigada debajo de una gran chaqueta. Creo detener el auto y preguntarle si necesita ayuda, pero la gasolinera está literalmente a cinco metros de donde la he visto. Salgo y enciendo el surtidor, tratando de hacer que la jodida gasolina salga. Hace frío fuera, y sale del surtidor como melaza.

Mirando alrededor, trato de ver a la mujer de nuevo, pero no la veo. Con suerte llegó adentro y no está fuera sufriendo el frío. No sé por qué me preocupo por ella, pero supongo que hay una parte protectora en mí. Mi madre dijo que soy un cachito de pan, siempre rescatando animales que encontraba.  Cuando finalmente el tanque se llena, termino y salto de nuevo dentro del Jeep. Soplo en mis manos tratando de calentarlas antes de conducir. Mientras salgo, veo por el retrovisor que la chica sale de la tienda. No sé por qué, pero la imagen de ella se queda en una parte de mi mente durante todo el camino a la escuela.

PROTECTIVE ; katelena g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora