PROTECTIVE ; katelena g!p

08.

KATE POV

Conduzco lento, moviéndome alrededor de la curva y rezando por ir en la dirección correcta. Para el momento en que el director me dejó salir de su oficina, mi clase se había acabado y no pude encontrar a Yelena por ninguna parte. Quería hablarme sobre mi beca y todo antes de que me fuera. Creo que el está intentando vivir a través de mí porque reventó una de sus pupilas en una pelea en la universidad. Toda la reunión fue inútil e irritante, y no pude salir lo bastante rápida. Mi corazón se hundió cuando me di cuenta que Yelena me había abandonado el salón de estudios y entonces se desplomó cuando fui a mi casillero y vi su abrigo todavía allí. Lo tomé y corrí hacia el estacionamiento, pensando que no podía llevarme mucha ventaja.

—Gracias a Dios —digo en oración y estaciono mi Jeep. Agarrando su chaqueta del asiento del pasajero, salgo y grito—: ¡Yelena!

Está a punto de entrar en la gasolinera cuando me ve. La saludo, pero se queda quieta en el lugar y sus ojos se entrecierran. Algo va mal. Me acerco a ella y le tiendo su abrigo.

—Olvidaste esto. Te pedí que esperaras. ¿Por qué te fuiste?

Baja la mirada a sus pies y luego la sube hacia mí.—Desapareciste.

Hay dolor en su voz y me rompe un poco por dentro. No quiero que piense que la abandonaría. Jamás podría.—Lo siento, Yels. Me retrasé hablando con el director. Debería haber salido. No quería que pensaras que te abandoné.

—Está bien. Gracias por traerme mi abrigo. Puedo arreglármelas por mi cuenta.

Sujeta su abrigo e intenta alejarse de mí, pero mantengo mi agarre y no la dejó irse.

—Siento la manera en la que me comporté en el almuerzo. Vi que te puso nerviosa y es por eso que mantuve mi distancia después. Quería darte algo de espacio. No sé por qué he reaccionado así ante Brent, o cualquiera en la escuela, normalmente paso el día y apenas digo cinco palabras en total. Pero aquí estoy contigo y parece que no puedo parar de hablar.—Intento explicar lo que sucedió para que no esté asustada de mí y piense que soy una salvaje—. Brent es un imbécil. No merece estar alrededor de alguien tan dulce y hermosa como tú. No confío en él cercas de ti, y no me gustó la manera en la que te miraba. No tenía intención de causar una escena, pero sentí la necesidad de intervenir.

—Hablas un montón para alguien que dice no hacerlo mucho.

Le doy una media sonrisa.—Es una primera vez para mí también. —Abro su abrigo y, después de un segundo de duda, se lo pone—. Déjame llevarte a casa.

Subo la cremallera de su abrigo, tirando de los lados del cuello para asegurarme que la protege. Me mira con fijeza, luciendo sorprendida por mis acciones.

—No, estoy bien. Voy a entregar una solicitud aquí y luego caminar. No estoy demasiado lejos.

Miro la gasolinera y luego la carretera por la que la vi caminando esta mañana. Está al menos a kilómetro y medio, si no más.

—¿Estás buscando un trabajo? —pregunto, intentando pensar rápidamente.

—Sí. No creo que este encaje con mi horario, pero voy a hablar con el gerente y ver qué puedo hacer.

—Mi madre está contratando gente en su tienda ferretería. Es después de la escuela y los fines de semana, depende de cuántas horas puedas trabajar.

Sus ojos se amplían y se muerde el labio como si lo pensara. —¿Dónde está?

Mi pulso se acelera, pensando que podría estar interesada.—En el centro. Podría llevarte ya que le ayudo la mayoría de los días. —Veo su vacilación y aclaro—: O puedes caminar si quieres, está a la misma distancia. De cualquier manera, le gusta contratar adolescentes de secundaria, es como una forma de ayudarlos y si quieres el trabajo, lo tienes.

—¿De verdad? —Su sonrisa es grande y, por un momento, las cosas vuelven a ser como en el almuerzo.

—Absolutamente. Déjame llevarte a casa y dame tu número, le diré a mamá que te llame.

Mueve su peso de un pie al otro y entonces me mira de nuevo.—No voy a dormir contigo, si es eso lo que buscas. No soy ese tipo de chica.

Sus palabras me dejan atónita y no me gustan.—¿Por qué dices eso? ¿Te he dado la impresión que es lo que buscaba? Porque a pesar de lo que podrías pensar, tampoco soy ese tipo de chica.

Sus mejillas se ponen rosas y baja la mirada al suelo y murmura: —Kristen dijo...

Extiendo la mano y toco su barbilla para que me mire de nuevo.—No me importa lo que una don nadie dijo. Te estoy diciendo que no busco eso. Me gustas, Yelena, y quiero conocerte. Déjame cuidar de ti y podemos ver cómo van las cosas. Por favor.

—Está bien. —Sus brillantes ojos verdes se fijan en los míos y siento un peso levantarse de mi pecho.

Tomo su mano y caminamos hacia el Jeep. Abro la puerta para ella. Es bajita y mi Jeep alto, así que tengo que tomarla por la cintura y alzarla en la cabina. Suelta una risita cuando lo hago y me prometo hacerlo más a menudo. Me dice cómo llegar a su casa y estaciono delante. Es limpia, pero más pequeña de lo que imaginaba. No digo nada, porque puedo ver que está un poco recelosa. Intercambiamos números y nos sentamos en cómodo silencio por un segundo.

—Gracias por hoy, Kate. Hiciste el día mucho mejor de lo que anticipé. También aprecio el paseo. —Agarra su mochila y salgo para ayudarla a bajar del Jeep.

—Gracias por hoy también —digo y sostengo su mano por otro minuto, reacio a dejarla ir—. Estaré aquí a las siete y media por la mañana.

—Oh, no tienes que...

—Estaré aquí —la interrumpo. Sonríe y asiente, y tanto como no quiero hacerlo, suelto su mano.

Subo a mi Jeep y la miro para asegurarme que entra antes de irme. Cuando estoy lo bastante lejos para saber que no puede verme, saco mi teléfono y pulso el primer número guardado.

—Mamá, voy a necesitar que le des a mi novia un trabajo. Incluso si no necesitas personas, puedes darle mi paga y te ayudare gratis, pero por favor dale uno.