05.

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YELENA POV

Puedo sentir sus ojos en mí durante toda la clase. Mis normalmente bajos ojos tienen que luchar para quedarse de esa manera, porque quiero mirarla. Intento concentrarme en lo que el profesor dice y lo sigo mientras elabora un problema de matemáticas en la pizarra. Pero todo lo que me las arreglo para hacer es copiar su trabajo de la pizarra en mi papel, todas sus palabras entran por un oído y salen por el otro. Me rindo y echo un vistazo a Kate, y me dirige una media sonrisa, mostrando sus dientes perfectos. Vuelvo mi cabeza de golpe hacia mi papel y todos los números en la página parecen un jodido desastre. Lo oigo mover su pupitre un poco más cerca de mí. La cosa deja escapar un gemido y tengo que morder mi labio para evitar sonreír. Kate no se ve como una estudiante de escuela secundaria. Sé que es la misma chica de la que Kristen y Carrie estuvieron hablando en la oficina esta mañana. La que tiene una beca por su buena pintaría en arquería y de la que todo mundo quieren un pedazo. No me intimida. De hecho, me hizo sentir cómoda cuando se ofreció a acompañarme a mi siguiente clase. Cuando la campana finalmente suena, me levanto y pongo todo en mi mochila, preguntándome qué hacer después. Sé que necesito encontrar la biblioteca. Echando un vistazo, veo a Kate hacer lo mismo, pero baja la mano y toma mi abrigo.

—¿Almuerzo? —pregunta. Extiendo la mano para tomar mi abrigo de sus manos, pero ella niega, entonces toma mi mochila también.

—No, no voy a almorzar —protesto, queriendo ir a la biblioteca en su lugar.

No me gustar gastar mi dinero en comida si no tengo que hacerlo. El almuerzo es una comida que puedo saltarme. Tengo que encontrar algún tipo de trabajo o algo. Intento quitarle mi abrigo, dando un pequeño tirón. Solo hace que me sonría aún más. Sus ojos azules oscuros están llenos de humor y puedo decir que está pensando. De ninguna manera voy a quitarle esta cosa a menos que quiera entregarla. La miro fijamente, sin un poco de incomodidad dentro de mí, incluso con ella empequeñeciéndome.

—Tienes que comer. Eres diminuta.

Mis mejillas arden, sintiendo un poco de vergüenza por ser criticada. Es algo a lo que debería estar acostumbrada para ahora, pero todavía duele.

—No me refiero a eso. Solo quiero decir que eres pequeña y no puedes hacerte más pequeña —tartamudea—. Mierda. No quería decir eso tampoco. —Sonríe cuán nerviosa se pone. Me encojo de hombros e intento explicar:

—Lo haré la próxima vez. —me burlo, sabiendo que no estaba intentando ser grosera con su comentario. Quiero que sepa que está bien. No creo que esté acostumbrado a la incomodidad. La incomodidad es la historia de mi vida. Siempre me siento así.

—Vamos. —ella me toma de la mano, envolviendo sus dedos con los míos y sacándome de la clase. Camina un poco demasiado rápido para mí, así que tengo que acelerar para no tropezar.

—¿Dónde está tu casillero? —pregunta mientras intento mantener su paso. 

Mira hacia atrás hacia mí, desacelerando y murmurando una disculpa. No suelta mi mano, sin embargo. De hecho, aprieta su agarre. Tengo que extender mis dedos para encajar entre los suyos.

—Aun no tengo pero me van a buscar una. —Kate se detiene de repente y casi choco con ella, pero lo evito en el último segundo.

—Lo siento. Tengo que ser más cuidadosa contigo. —Lo dice como si pensara que puede romperme o algo—. Este es mi casillero. Nuestro ahora. ―Suelta mi mano, arrancando algunas decoraciones de un tal hawkeye del frente del vestuario antes de hacerlas una bola y lanzarlas a una papelera al otro lado del pasillo.

—Veinte, treinta y cuatro, diecisiete —me dice mientras gira la esfera, luego abre la puerta. Pone mi abrigo dentro y me mira—. ¿Algo más que quieras meter? ¿Aligerar tu mochila? No importa. Solo la cargaré. ¿Recuerdas el número? —Me mira y la observo. Es absorbente y es diferente tener a alguien cuidándome. O, al menos, así se siente lo que está haciendo. Cuidándome en mi primer día en una nueva escuela—. Olvídalo. Estaré contigo. No necesitas recordar la combinación.

—Veinte, treinta y cuatro, diecisiete —repito—. ¿Siempre contestas tus propias preguntas?

Mis palabras le sorprenden.

—No. —Ladea su cabeza como si estuviera pensando. Entonces Kate me toma de la mano de nuevo, tirando de mí hacia ella—. ¿Tus manos están calientes ahora? — Su pulgar acaricia mi mano como si probara la temperatura él mismo.

—Estoy bien.

—No deberías caminar hacia la escuela. Un día podrías enfermarte por el frío.

—¿Cómo sabes...? —Mi voz se desvanece cuando me doy cuenta de que ahora estamos en el comedor.

Los estudiantes se giran para mirarnos. La gente susurra y un nudo se forma en mi estómago. No me gusta cuando la gente me mira fijamente. Siento mi respiración atorarse e intento retirar mi mano de la de Kate, pero su agarre es irrompible. Me lleva a una mesa.

—Siéntate aquí, iré por nuestra comida. —No hay pregunta en sus palabras.

Deja caer nuestras mochilas en el suelo junto a mí y se gira para irse. Echo un vistazo alrededor de la habitación, viendo a todo el mundo todavía mirando, los susurros se hacen más altos. Alzo la mano y echo mi cabello a un lado para que cubra mi cicatriz, asegurándome de que nadie la vea. Me debato sobre agarrar mi mochila y salir corriendo de aquí.

PROTECTIVE ; katelena g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora