Epílogo | Jake y Olympia

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"¿Cómo era posible que un miedica, un pusilánime como yo, fuera capaz de soportar todo lo que tuve que soportar? ¿Cómo era posible que alguien me considerase un cobarde cuando era capaz de sostener los pocos cimientos que me quedaban en pie y de cuidar los escombros para que no se convirtieran en polvo?", Jake Dagger (Sombra&Luz).




Whisimbell


Jake miró con atención el líquido brillante en el que habían desaparecido sus compañeros de aventuras momentos antes. Pronto empezó a girar sobre sí mismo con lentitud hasta consumirse del todo y desaparecer. Echó un vistazo rápido a Pelumon, que se quedó en el sitio sin dejar de mirarlo, y quiso dejarse caer sobre el terreno rocoso, caliente e inquieto del cráter para destensar sus músculos y descansar de una vez por todas. Pero un golpe a su lado lo puso alerta: dos mujeres dentro de un gran cubo de madera acababan de aterrizar a pocos metros de él. Frunció el ceño y usó toda la fuerza de voluntad que le quedaba para intentar ponerse en pie. Pelumon se acercó a ayudarlo.

Priyekhali pozdno —bramó la mujer más joven antes de mirarlo—. Sigues por aquí, sombra.

Jake trató de que sus piernas le respondieran con la fuerza necesaria y, a pesar de las dificultades y de que su propio cuerpo no parecía querer colaborar, logró levantarse. Se quedó en el sitio, en busca de la estabilidad que no parecía poder conseguir. Aunque su corazón continuaba bombeando a un ritmo irregular en su pecho, poco a poco se fue estabilizando.

Zhenshchina byla beremenna —intervino la anciana.

Con un salto, ambas se bajaron del cubo. La pierna delgada de Baba Yaga y su pata de palo se movieron con agilidad sobre la superficie del cráter, y su nariz aguileña se arrugó con desagrado al mirarlo a los ojos con los párpados bien separados. Su hija se dirigió a ella otra vez.

Ozhidayushchiy. Mi madre quiere que sepas que tenemos a la humana del cabello de oro. ¿Qué nos das a cambio? Ya pagaron las rosas azules por ti.

Él entornó los ojos.

—Para hablar de un intercambio necesito verla primero —respondió—. No puedo estar seguro de que me estés diciendo la verdad.

On khochet yeye videt'.

Su madre frunció la cara arrugada al escuchar la respuesta que le tradujo la joven, pero no dejó de mirarlo. Después, marcó bien las sílabas y le mostró los dientes amarillentos y roñosos para repetir:

Zhenshchina byla beremenna.

La más joven elevó la comisura de los labios con arrogancia.

—Dice mi madre que la comida que te llevaste venía con regalo, así que el pago no fue del todo justo.

Jake intentó entenderlo, pero no lo consiguió. Su cerebro funcionaba con lentitud. Su cansancio, el dolor de su cuerpo, su corazón irregular y la fiebre que sabía que tenía no lo dejaban pensar con claridad, por lo que tuvo que esperar a que aquella mujer fuese directa para entenderlo.

—¿De qué estás hablando?

—De la humana que queríamos comernos —le explicó la joven—. Está preñada.





Digimon Adventure: WhisimbellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora