Epílogo | Kari y TK

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"He pasado tanto tiempo en la oscuridad que había olvidado lo bonita que es la luz de la luna", La novia cadáver.


Odaiba, Tokio

Lunes 4 de noviembre de 2013, 10:12 a.m.

TK se frotó las manos. El frío del otoño se había erigido con fuerza apenas un par de días después de que volvieran de Whisimbell, como si el tiempo hubiera entendido de pronto que debía seguir avanzando incluso cuando ellos tenían tantos problemas para continuar. El sonido de las olas, débiles contra la costa, llegó hasta sus oídos por encima del ruido de los vehículos al otro lado de la avenida marítima de Odaiba. Observó las pocas hojas amarronadas que habían empezado a caer de los árboles sin dejar de caminar, y después devolvió las manos a los bolsillos de su abrigo para sacar su teléfono móvil y revisar sus notificaciones.

«Estoy bien. No te preocupes, solo necesito un cubata 👌🏼», Ari 🐹.

Se detuvo. Las ganas de soltar una risa y de visitarla de nuevo se empeñaron con la misma fuerza por sobresalir. Tragó saliva con los dedos dudando sobre las letras y la atención puesta en el bamboleo de pensamientos que no lo abandonaba desde que habían logrado descansar un poco tras la vuelta a casa. Un grupo de chicas pasó a su lado entre cuchicheos que sabía que tenían que ver con él, y no pudo sino agradecer que al menos no se acercaran a pedirle un autógrafo como ya acostumbraban a hacer las personas a las que no conocía de nada cuando lo reconocían en mitad de la calle. Por suerte, su costumbre de usar sombrero casi todos los días solía distraer a casi cualquier mirada indiscreta. Casi, porque ese día no parecía funcionar. La retransmisión en directo todavía continuaba siendo demasiado reciente.

«Luego puedo llevarte ramen», le respondió. «No es lo mismo, pero calienta más que un cubata».

Se quedó mirando la pantalla unos segundos después de enviar los mensajes, pero la última conexión de Ari continuó siendo la misma por mucho que la mirara. Bloqueó su móvil y estiró el cuello. Los ojos ambarinos que más le gustaba mirar se encontraban a menos de tres metros de distancia, observándolo con la atención y la cautela propias de quien no sabe qué decir a pesar de todo lo que piensa. Su suéter de punto blanco parecía suave y calentito a partes iguales, y no se molestó en disimular que las mangas le quedaban demasiado grandes. TK sabía que lo prefería así, en especial en los días más complejos.

Continuó acercándose a ella mientras se guardaba el móvil en el bolsillo del pantalón y Kari se daba la vuelta para seguir recorriendo la extensión de la avenida. La luz del sol era débil y se reflejaba con mimo en los recovecos que creaba el movimiento suave del agua, y sus pasos, las olas y el sonido opaco de las voces de los pocos que pasaban su mañana ahí predominaban por encima de los sonidos lejanos de los vehículos en la ciudad. Llegaron hasta una barandilla que los separaba de la playa y Kari apoyó en ella sus antebrazos. La línea del horizonte en el agua no estaba definida.

—¿Has vuelto a hablar con Yung?

La chica se miró los dedos que sobresalían de las mangas largas de su vestimenta.

—Sí —respondió—. Lo llamé para preguntarle cómo iba todo o si necesitaba algo.

—¿Y qué te dijo?

—Que estaba todo bien. Que no me preocupara, que las cosas iban bien y que estaba mejor que nunca.

Pero parecía tan abrumada que TK no pudo evitar formular la siguiente pregunta en voz alta.

—¿Y te preocupa que te haya mentido?

—¿A ti no? —Lo miró por fin—. ¿No te parece raro que esté tan bien, después de todo lo que pasó? ¿Dónde estuvo? ¿Adónde se lo llevaron? ¿Por qué lo dejaron volver? ¿Cómo es posible que no se acuerde de nada, TK? ¿Cómo es posible? ¿Qué hicieron con él? ¿No quiere...? ¿No quiere recordar lo que le hicieron? ¿Y Kotemon? ¿No quiere saber si hay alguna posibilidad de volver a verle? No nos ha preguntado nada, no ha querido saber nada ni está interesado en recordar. ¿Cómo es posible?

Digimon Adventure: WhisimbellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora