Veintisiete | Poderes

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"A veces resulta divertido intentar lo imposible.", Walt Disney.


Cody avanzaba a paso firme entre aquella espesura de vegetación cada vez más ligera. Las decenas de preguntas que tenía se habían agolpado desde hacía días en su mente y todavía no era capaz de encontrar una respuesta a la mayoría de ellas, por lo que no podía evitar pensar en que su posición como heredero del emblema del Conocimiento no servía más que para ser reconocido como niño elegido. Frustrado consigo mismo, tensó los músculos de su cara y pensó en la pelea que había tenido con Ken: tan inútil que le daba vergüenza. Había pensado en que la única solución que tenían era, tal vez, que Ken y Kari los llevasen al Mar Oscuro para que, desde allí, pudieran encontrar una salida más fácilmente. Pero tenía claro que se había equivocado; no podía pedirle a Kari que regresara a un mundo que, por su naturaleza, era totalmente contrario a ella y que le hacía daño. Pero mucho menos podía pedírselo a Ken, cuando era perfectamente consciente de su pavor por todo lo que tuviese que ver con la Oscuridad. Y no era para menos.

Se detuvo para esperar a Yolei y a Ken, que caminaban apenas un par de metros por detrás de él: el chico andaba balanceándose, con la cabeza gacha y el pelo oscuro cubriéndole la cara. Mantenía la mirada fija en el suelo mientras que Yolei lo seguía de cerca porque le daba miedo que se desplomara en cualquier momento, a pesar de que poco a poco había ido recobrando la energía y la compostura. Cuando llegaron hasta él, Cody retomó la marcha sin decir nada.

No lo habían hablado con Ken, pero mientras estuvo inconsciente, Yolei y él no pudieron evitar conspirar en torno a lo que le había ocurrido. Y es que el repentino y corto regreso de Digimon Emperador podía suponer un aviso de algo peor o, como ambos querían pensar, tan solo una locura más que Whisimbell se empeñaba en mostrarles.

La imagen casi siempre similar del paisaje a su alrededor cambió cuando un grupo de personas en taparrabos atravesó un claro a varios metros frente a él. Cody se detuvo de golpe y, tras él, Yolei y Ken hicieron lo mismo. Los tres se miraron con cierta duda: no querían tener más problemas con nada que ese mundo quisiera que vieran, así que, en silencio, cambiaron la dirección de su rumbo hacia el lado contrario por el que aquel grupo de personas estaba yendo. Cody apartó la enorme hoja de un árbol que le impedía el paso justo antes de notar que algo colisionaba con fuerza contra su cabeza gacha. Dolorido y repentinamente desestabilizado, intentó agarrarse con un brazo a un tronco, pero no logró alcanzarlo a tiempo y fueron Yolei y Ken quienes impidieron que se cayera. El bulto que chocó contra su frente se quejó tras caer al suelo.

–¿Davis? –Murmuró Yolei.

El chico se había llevado las manos a la nariz para apaciguar su dolor y, tras él, TK, Kari y Pandora los miraron sorprendidos. Cody logró equilibrar su cuerpo y se llevó una mano a la frente.

–Tienes la cabeza como una piedra –le dijo Davis desde la tierra–. Seguro que es por pensar tanto.

–¿Y los demás? –TK dio un paso al frente con el ceño fruncido.

Cody ignoró a Davis y respondió a TK:

–No nos hemos encontrado con nadie más.

La cara magullada del más joven del grupo no pasó desapercibida para nadie, y el rubio desvió la vista hasta la mirada alicaída y avergonzada de Ken.

–¿Qué ha pasado? –Se le adelantó Kari.

Los ojos de Yolei se abrieron un poco más de la cuenta y su cabeza se balanceó de un lado a otro, como si quisiera encontrar las palabras exactas para contar algo realmente complicado.

Digimon Adventure: WhisimbellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora