NO!!!

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Sentada en el sillón de Laech, rodeada por sus amigos y Roxan, no podía evitar sentirme incómoda. Todo en esa casa me asfixiaba, desde las risas exageradas hasta las miradas cargadas de juicio. Pero, sobre todo, lo que más me pesaba era la culpa que sentía por Dylan. Mi mente no dejaba de torturarme con la forma en que lo había tratado. "Fui horrible con él", pensé, aferrándome al anillo que le había dado en un arrebato de emociones que ahora me parecía tan estúpido.

—¿Eres Issy, verdad? —preguntó una chica, acercándose con una sonrisa cínica en los labios.

—Sí —contesté con calma.

—¿No te sientes mal por ser siempre la segunda opción? —se burló, soltando una risa áspera que retumbó en mis oídos.

—Martina, cállate —intervino Laech, con una pizca de fastidio en su voz.

Respiré hondo y le sonreí.

—Busca algo mejor para ofenderme, porque eso no me afecta —dije con una seguridad que no sentía del todo.

—Dolida —susurró Roxan con una sonrisa maliciosa.

Justo en ese momento, mi celular comenzó a sonar. Miré la pantalla y vi que era Meg. Decidí ignorarla. No quería hablar con nadie, no en ese momento.

—Dejen de molestar a Issy —ordenó Laech, como si eso fuera suficiente para callar a todos.

—Eso no decías en mi cama —rió Roxan, su comentario cargado de veneno.

Volví a mirar el teléfono cuando sonó de nuevo. Meg insistía. Algo estaba mal.

—¿Hola? —respondí, esta vez preocupada.

—Issy... —Meg sollozaba al otro lado de la línea, su voz apenas reconocible.

Mi corazón se detuvo. ¿Qué pasaba?

—Meg, ¿qué ocurre? —pregunté, sintiendo que algo malo se avecinaba.

—Dylan... Dylan chocó —empezó a llorar aún más fuerte—. Issy, creo que está muerto.

Fue como si todo el aire se escapara de mis pulmones. El teléfono casi se me cayó de las manos mientras mi cuerpo comenzaba a temblar. No podía respirar.

—¡No! —grité, sintiendo cómo las lágrimas caían sin control.

—¿Qué pasa? —preguntó Laech, alarmado.

No podía hablar, apenas podía procesar lo que acababa de escuchar. Mi mente se negaba a aceptar la realidad. No, esto no podía estar pasando.

—Meg, ¿dónde estás? —pregunté con un hilo de voz, sintiendo cómo el pánico se apoderaba de mí.

—Te paso la dirección —dijo entre sollozos.

Colgué sin más. Todo me daba vueltas, mi pecho dolía, y me costaba respirar. Esto no podía estar pasando.

—Issy, ¿qué pasa? —insistió Laech, su voz llena de preocupación y algo más, como si no terminara de entender.

—Dylan... Dylan chocó —logré decir entre lágrimas, mi voz quebrada por el dolor.

—¿Y te importa? —preguntó Laech, con ese tono estúpido y celoso que ya no podía soportar.

—¡Claro que me importa, Laech! ¡Deja de ser un idiota! —grité mientras tomaba mi bolso y salía corriendo de la casa.

No podía pensar con claridad. Las lágrimas nublaban mi vista mientras trataba de encontrar un taxi. "Por favor, que sea una broma. Que Dylan solo quiera verme", pensé, desesperada.

El Fuck Boy (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora