Capítulo 1

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El comienzo de un poema.

Bratt.

-¿Cómo se supone que vamos a ayudar a Jett tomando clases de poesía?- pregunto mirando la estructura frente a nosotros con disgusto.

Las paredes son color crema, están desgastadas y la puerta de arco de madera oscura y vieja frente a nosotros se encuentra abierta de par en par.

-Tenemos que ayudarlo a escribir canciones, y más ahora que está en pleno para proceso de recuperación- explica Alec.

-Repito, ¿Cómo se supone que esto va a ayudarnos? Jett no tomó ni una sola clase que no sea de guitarra o canto en toda su vida entera y ahí lo tienes, escribiendo sin parar.

-Ya, pero él tiene talento.

-¿Y yo no?- elevo las cejas ante su comentario, él aprieta sus labios divertido.

-¿Seguro que quieres la respuesta a eso?

-Mejor guardate la opinión dónde no te da el sol.

-Si, como digas- me responde sarcásticamente.

-Sacas mi peor lado, Alec.

Sin querer escuchar otra de sus respuestas y sorprendiendome a mi mismo entro a lugar encontrándome al fondo de este un escenario negro al que se sube con dos escalones bajos. Por adelante del mismo hay aproximadamente unas diez sillas blancas puestas en dos filas.

En muchas de ellas se encuentran ya mujeres y hombres, en su mayoría pasados de los cuarenta.
Aún no empecé y ya me quiero ir.

¡Ese es el espíritu!

Si, yuju...

Buscamos asiento en las sillas libres, lo cual no es difícil ya que la mayoría están vacias y poco tiempo después comenzamos a ver cómo uno a uno, de orden de derecha a izquierda van subiendo al escenario, leyendo su poema y bajando nuevamente.

Al parecer el término "clase de poesía" no se aplica literalmente a esto, y eso es lo que me hace dudar de que Alec haya leído toda la información sobre este lugar antes de meternos aquí.

El mismo proceso se repite varias veces hasta que en algún momento todo se vuelve negro y en poco tiempo más entretenido.

O bueno, eso hasta que siento la mano de Alec sacudirme desde el hombro de forma violenta.

-¿Cómo puede ser que te duermas en todos lados?- señala el escenario- ¡Tienes que subir!

-Es un talento nato- me encojo de hombros y fregandome los ojos subo sin entender que hacer.
Por suerte es Alec quien modula exageradamente en silencio hacia mi persona que debo leer un poema.

Llevo una hoja en la mano, la misma que tenía antes de quedarme dormido, solamente que ahora la misma está arrugada en mi mano.

La abro y estiro como si mágicamente esta fuese a tener un súper poema escrito pero claro, no lo tiene porque en lugar de utilizar mi tiempo en escribirlo me quedé dormido.

Decido improvisar mientras intento hacerle creer a los demás que de verdad estoy leyendo.

Podrías decir el del pepino.

Eso no es un poema, es una perversión.

-Ehm... soy Bratt.

Nadie responde. ¿Por qué nadie responde?

Esto es ridículo.

-Bueno... aquí voy con mi poema, eh.

Piensa Bratt, piensa.

Mi Poema Preferido [Libro 2/individual. Saga "El arte de ellos"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora