Capítulo 3

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Primera clase particular.

Bratt.

-Cuando hablaba de tener clases particulares me imaginaba que iríamos a tu casa- le digo mientras nos acomodamos y nos sentamos en el borde del escenario, yo con las piernas hacia afuera y ella en posición de flor de loto, ambos mirando hacia el otro.

-¿Te hace eso alguna diferencia a la hora de aprender?- enarca su ceja hacia mí antes de bajar su mirada al bolso blanco, rectangular y de tamaño mediano entre sus piernas que comienza a abrir de izquierda a derecha.

-Supongo que no...

Ella asiente.

-No suelo invitar a gente que recién conozco a mi casa.

-¿Y sueles ir a las casas de la gente que recién conoces?

Mi pregunta le saca una leve sonrisa mientras saca del bolso un cuaderno con cobertura marrón, en el centro lleva un lazo dorado que ya parece gastado al igual que los bordes de la agenda en sí. Claramente no es un cuaderno nuevo.

-Buen intento, pero tampoco.

Un momento después vuelve a dejar el bolso a un lado y levanta su cuaderno mostrándomelo, trato de tomarlo levantando mi mano, pero ella vuelve a alejarlo de manera energética mientras cierra sus ojos por un instante antes de volver a hablar un poco atascada.

-No lo toques, es mío.

Frunzo mi ceño por un momento antes de asentir, ella parece más relajada al momento que vuelvo a bajar mi mano.

-Entonces, profe ¿Qué aprenderé hoy?- bromeo tratando de alivianar el ambiente que acaba de hacerse pesado.

Logro que vuelva a levantar la mirada hacia mí, esta vez con las cejas enarcadas.

-No soy tu "profe".

-Pero me estás enseñando.

-Pero no soy tu profe.

-Pero me estás...

-Si me dices profe una vez más me levanto y me voy- cruza sus brazos sobre su pecho y yo no puedo evitar soltar una carcajada.

-Bien.

Ella asiente y abre el cuaderno muy concentrada en una página específica, de hecho es en una de las primeras, lo da vuelta hacia mí y mientras yo comienzo a leer algunos de los cortos poemas que se encuentran en la hoja de la izquierda ella comienza a hablar.

-Estos fueron mis primeros poemas, no son geniales, ni tan buenos pero... cumplen el requisito.

-¿Requisito?- sin darme tiempo a ver completamente vuelve a dar vuelta el cuaderno hacia ella.

Pasa sus dedos delicadamente por encima de donde se encuentra la tinta marcando cada palabra por un momento mientras que sus ojos toman un tinte que no sé descifrar.

-Transmiten algo, o bueno, al menos a mí sí.

Su mirada sigue pegada en los poemas un momento más hasta que decide levantar su mirada hacia la mía.

-No te pediré que sean perfectos, no te pediré que tengan las mejores, más inesperadas y pensadas metáforas. La poesía no se trata de eso, sino de dejar algo en cada palabra, de hacerlo tuyo y aún la gente no lo comprenda del todo, tú lo hagas.

-¿Pero qué pasa si nadie entiende lo que yo quiero decir? ¿No es eso algo malo?

Ella niega muy segura y convencida de su respuesta.

-El arte no tiene que comprenderlo todo el mundo, por eso es arte. No se necesita que todo el mundo lo entienda de la misma manera para poder disfrutarlo.

Mi Poema Preferido [Libro 2/individual. Saga "El arte de ellos"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora