IV.- Confianza

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11:00 p.m

Ya llevábamos más de media hora de viaje, y aún no llegábamos al lugar en donde Chaeyoung vivía. Parecía que su casa quedaba a las orillas de la ciudad, ya que el bus se adentraba cada vez más hacia la carretera. Aún así, el tiempo de viaje no fue del todo malo. Mantuvimos una gran conversación, hablando de diversos temas en común. Ella era estudiante de la facultad de artes, trabaja en una tienda junto a unas amigas, y vivía sola, en una pequeña habitación que compro tras ahorrar por un tiempo. Hasta ahora la conversacion parecía fluir bien, pero llegamos a un punto muerto, tras volver al mismo tema que nos unió en un principio en aquel restaurante.

—Si te molesta, lo mejor sería no hablar de ello. —Dijo, un poco apenada.

—No... tranquila. —Aparte la mirada hacia un lado.— Debes tener muchas dudas. Es lo normal.

Ella me había preguntado por mi relación con mark. Al final y al cabo, saber el como había terminado en esa situación, era en cierta forma algo importante para ella, ya que debido a ello, era la razón por la cual ahora me estaba ayudando.

—Llevábamos un año juntos. A los nueve meses nos escapamos de nuestra ciudad para venir a vivir a seúl. Y cuando finalmente comenzamos a vivir juntos, el mostró su verdadera forma de ser. —Le respondí, diciendo todo de corrido.

—Es un poco ambiguo, pero comprendo. — Me dijo, mirándome con seriedad.

—Es algo complicado ¿Sabes? Ni yo logro entender esto del todo bien. Es que no sé como todo acabo así... —Comencé a hablar con la voz quebrada, y sin darme cuenta, las lagrimas comenzaron a caer otra vez por mis mejillas.

Chaeyoung saco otro de los cientos de pañuelo que traía en su bolso, para volver a limpiarme las gotas que se aferraban en mi cara. Lo a hecho tantas veces ya, que ya comienzo a notar el cuidadoso patron que siempre utiliza al momento de secarme las lágrimas.

—Lo siento... ya no te preguntaré mas sobre ello. —Volvió a meter el pañuelo al bolso.— Supongo que al final si lo querías, y que es imposible que no te sientas mal hablando de él.

Asentí nuevamente, mientras ella desviaba su rostro hacia abajo.

—Es algo normal. A veces las personas que más queremos, son las que más nos hacen daño.

Volvió a mirarme, pero esta vez con una misteriosa sonrisa.

—Yo... también tuve una relación complicada. —Sus ojos se desviaban de vez en cuando hacia un lado, pero luego volvían hacia mí — Digo, no tanto como la tuya, pero si fue un completo desastre. Ella... me dejo por otra persona. Yo en verdad la queria, pero nuestra relación no era la mejor. Discutíamos por todo. Y al final ella no aguanto más, y decidió terminar. Me destrozo completamente lo sorpresivo que fue. Si fuera por mí, aún hubiera seguido con ella. Pero supongo que encontró a alguien mejor. —Dejo de sonreir, mientras ponía una triste cara nostálgica.

Escucharla hablar de eso, me hizo sentir un poco más de confianza. El como trataba de empatizar conmigo, contandome algo que parecía ser importante para ella, demostraba sus claras intenciones de querer ayudarme. Aún así, se me hizo imposible que no resonara en mi cabeza una de las palabras que dijo: "¿Ella?"

—¿Era una chica? —Pregunté estúpidamente. No pude ser más obvia.

—Si, una chica. —Comenzo a sonreir.— ¿Te parece extraño?

—No no, yo... lo siento. —Trate de solucionar la tensión, pero mis mejillas rojas parecían no ayudarme mucho.

—Tranquila, es normal que las personas tengan esas reacciones. Lo extraño sería que no se sorprendieran. —Comenzo a jugar con sus manos.— Antes de conocerla a ella, nunca pensé que me enamoraría de una mujer. Para mí era una situación que nunca pensé que viviría. Creía conocerme, pero no sabía lo equivocada que estaba. Fue algo que ocurrió muy sorpresivamente. Es como cuando te sacas una buena nota en un examen, sin haber estudiado antes. Son cosas que no esperas, pero que suceden de la nada.

—Comprendo. —Agregué, sin tener nada más que decir.

—Al final, supongo que preferir a los hombres o a las mujeres, son cosas superficiales. Gustos físicos. —Comenzó a mirarme con una sonrisa.— Digo, no creo que esté mal. Pero lo que me sucedió con esa chica fue algo muy diferente. Un día simplemente comencé a quererla, y ya. No me fije si era hombre o mujer. Simplemente amé tenerla a mi lado, y dejé fluir mis sentimientos.

—Suena algo muy romántico —Comencé a sonreir sutilmente.

—¿Te estás burlando de mí? —Cambio de pronto su expresión, frunciendo el ceño.

—No, no yo-

—Tranquila. —Me interrumpió, y volvió a sonreir.— Solo bromeaba. Se que sonó un poco cursi, pero simplemente fue lo que sucedió.

Dejé una pequeña sonrisa, sin decir nada más. Fue agradable saber eso de Chaeyoung. Por alguna razon, me hizo sentír un poco más cercana a ella. Quizás por su particular forma de ver las cosas. Siendo sincera, no tengo idea de como llegar a ese punto. El amar a una persona, solo por permanecer con ella. Mi situación actual quizás no me lo deje ver. Pero me gustaría algún dia encontrar a ese alguien, con la cual pueda sentir lo mismo que sintió Chaeyoung con aquella chica.

—Aquí es. —Dijo de pronto chae, parándose de su asiento.— Finalmente llegamos.

Fue hacia uno de los timbres, y lo apretó de  manera consecutiva, hasta que el bus paro.

—Vamos, si no quieres quedarte a dormir en el bus —Sonrío de forma burlesca.

Me levanté rápidamente, y seguí a chae hasta fuera del bus. Una vez tocando tierra firme, noté que frente a nosotras había un larga fila de departamentos de tres pisos, lleno de habitaciones consecutivas.

—Es raro —Dijo sonriendo.— llevar a una extraña a mi habitación, suena mal de todas las maneras posibles.

Solo sonreí.

—En fin, espero te guste mi humilde hogar.

Chaeyoung comenzó a caminar rumbo al estacionamiento, que se encontraba en la entrada del ancho edificio, mientras yo la seguía por detrás.

—Es la habitación 64. —Comentó de la nada.

Subimos a las escaleras del costado izquierdo, y llegamos hasta el segundo piso. Caminamos por el pasillo llendo hacia la derecha, y nos detuvimos a la mitad del todo.

—Aquí es —Afirmó.

Saco una llave de su bolso, y la introdujo pacientemente en la cerradura de la puerta. Finalmente giró la manilla, y con unas de su manos empujo la puerta, hasta abrirla totalmente.

—Está un poco desordenado —Sonrió mientras se acariciaba la nuca.— pero puedes pasar, con toda confianza.

Amor de una sola noche - MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora