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—¿Por qué no dices nada? ¿Acaso no estas lista para renunciar?

El dios ya había pasado un par de meses en aquel trabajo rodeado de tantos humanos, algunos más despreciables que otros, e incluso tener situaciones que realmente le hizo replantear si era buena idea desaparecerlos más ella le recordaba que no estaba en un campo de batalla sino en la vida cotidiana de un humano.

Y no es que él estuviere intentando vivir como un humano, simplemente le acarreaba la curiosidad de saber esa insignificante existencia porque para un dios el tiempo no significaba nada, pero para los humanos lo era todo y con ello aprovechar seguramente cada segundo que pudieran respirar por ello es que podía comprender porque Adira estaba guardando sus cosas mientras revisaba una cantidad de papeles y él las metía en los portafolios que yacían ordenados en el escritorio.

—Si, creo que, si puedo renunciar, es solo que...—titubeó al mirar el papel en mano, lo había intentado, pero no funcionó—. No creo poder encontrar otro trabajo, piden muchos requisitos en la mayoría de todos y realmente no cumplo con los perfiles.

—Subestimas tu suerte.

—Es mas la mala suerte que tengo—se hizo a un lado cuando él se acercó a mirar lo que hacía—, lo siento, es solo que estoy pensando bien las cosas.

—No deberías pensar mucho—su mirada volvió a ella, la cual solo se alejó un poco más—, ¿Qué ocurre?

Ella solo parpadeó con mucha mayor incomodidad ocasionando que el dios siguiera manteniendo esa oscura mirada esperando entender porque el comportamiento de ella había cambiado en esas semanas. Hablaba poco, se alejaba de él, e incluso evitada tener algún contacto como si su presencia solo le causara malestar por lo que Thor pensó que tal vez ella ya no se sentía a gusto con él.

Inquietud.

Al dios no le di más opción que pensar que tal vez ya había llegado el momento de dejarla, en cierta manera, Hermes se lo había dicho, los humanos eran tan volubles que cualquier cosa les hacía cambiar de parecer por eso es que no era tan entretenido estar entre ellos y que apenas uno podía observar cómo es que vivían. Pero Thor sabía que Adira no era como otros humanos y era evidente que algo malo pasaba con ella, especialmente desde ese día que recibió una llamada de su familia.

—Puedo ayudar en todo cuanto me pidas—pronunció al acercarse al escritorio, meter unas hojas en un portafolio—, y como dios te puedo decir que es mejor que te vayas de aquí antes que las cosas se pongan mal.

—¿Es verdad que esta empresa quebrará?

—Es el futuro que le espera después de ver tantas conspiraciones—jaló el saco negro—; a donde vayas, te irá bien, te lo aseguro.

—Me da miedo no poder encontrar otro lugar donde trabajar—sonrió desganada—, pero me dice esto como si se estuviera despidiendo. ¿Acaso es que se irá?

—De aquí sí, pero de este mundo..., pronto.

—No quiero que lo haga.

—Te estas acostumbrando a mí.

—Me siento bien con usted—desvió la mirada nerviosa, él solo abrió un poco más los ojos, ese semblante era diferente a cómo siempre se manifestaba—, supongo que es hora de dejar este lugar. Tampoco deseo quedarme en un lugar donde no me siento cómoda.

—Aún eres una niña.

—Ya soy muy adulta.

—A mi lado, tan solo eres un recién nacido.

—De alguna manera alimenta mis esperanzas—llevó una mano a la boca, intentando no reírse—, perdóneme, es que el comentario me hace olvidar mi edad y todos los problemas que pienso.

[Finalizado] 𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora