Lucy

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Desde que tengo memoria recuerdo ser muy mala haciendo amigos. Básicamente esperaba que mágicamente llegasen a mi vida o que por alguna coincidencia me consiguiera algún compañero o compañera.

Conocí a Stacy a los 7 años, estábamos en unas clases de natación de invierno, yo no tenía toalla, y me estaba muriendo de frío.

—¡Lucy! ¡Sal del agua! ¡Nos vamos! —ordenó la maestra desde el barandal de la piscina—.

—Maestra Susana, me olvidé mi toalla —dije con los labios violetas. Aún recuerdo que la maestra Susana era la peor de todas. Me podría haber compartido su toalla, pero le doy las gracias por no haberlo hecho, ya que gracias a esa fea acción conocí a Stacy.

—Lo siento Lucy, no te puedo dar la mía, tengo frío también —Irrespetuosamente contestó y me ofendí rápidamente—. Sal del agua ahora—ordenó—.

—Yo te comparto—interrumpió una voz detrás de la maestra—.

—Gracias —sonreí y salí del agua en segundos. Su toalla era muy grande y calentita. Siendo invierno era un infierno ese pequeño tiempo entre estar dentro del agua y taparse, ya que estaba mojada y con aire helado.

Desde ahí me hice amiga de Stacy. Fue una acción muy bondadosa y me demostró que era una muy buena persona.

Por eso digo que quiero que los amigos me lleguen de casualidad, puesto a que tengo la ideología de que aquellos que se presentan por accidente o mágicamente son los mejores.

Sonó la campana y Ned y Peter se despidieron, tienen un saludo muy largo, pero es bueno, yo solía tener uno con Stacy, pero bueno... solía.

En el camino hablé con Peter un poco, me preguntó cuándo había llegado y le conté un poco del viaje. Le comenté respecto al nerviosismo de Happy y me contó que su tía era igual. Ante mi anécdota se rio.

—Conocerás al equipo verdad? —Me preguntó Peter. Ya no lucía nervioso como cuando le pregunté su nombre.

—Exacto, estoy un poco nerviosa. ¿Tú? —Sería algo complicado para mí, ya saben que eso de conocer gente no es mi especialidad.

—Naah, ya los conozco, solo que es extraño porque soy el único joven, bueno, ahora contigo será mejor porque no estaré yo solo —confesó sonriendo. También me gusta que esté él, ya que básicamente ya nos conocimos.

—Sí... Mejor.

Llegamos a casa. Bajamos y Peter me abrió la puerta. Cuando entré había varias personas, parecían casi todos de la misma edad. Había uno con un brazo de metal. Extraño... Después los demás parecían como la mayoría de las personas.

—Hija, ¿cómo te fue en tu primer día? —preguntó Tony mientras servía una taza de café—.

—Bien, solo que ahora soy la persona más famosa de la escuela, pues se enteraron de que soy hija del mismísimo Tony Stark —Le conté mientras hacía muecas como si fuese la gran cosa—.

No es que me disguste o me encante ser la hija de Tony Stark. Es extraño a causa de que toda mi vida usé el apellido Williams y que de la nada todos me reconozcan es incómodo.

—No es mi culpa ser tan inteligente para hacer un traje con pocos materiales siendo un preso. ¿No crees? —Rodeé los ojos—. Eso pensé —Me dedicó una sonrisa orgullosa—. Y tú, niño? —preguntó refiriéndose a Peter—.

—Nada nuevo, el mismo primer día de todos los años —respondió Peter al lado mío—.

Tony luego de esa pregunta le pidió al grupo presentarse. Para mí sería un poco incómodo porque van pasando la palabra en ronda hasta mí y tendría que decir que no hago nada.

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