Lucy

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Cielo azul, despejado de nubes. El sol brilla a más no poder. En las películas, los días tristes suelen estar tormentosos, cielo casi ni visible por las nubes negras y grises, el ambiente es frío, todo se torna negro, todo se torna en rumbo a una despedida. Hoy es distinto, esta es la vida real, creo.

—Ya tienes todo? —preguntó con un tono de tristeza que reflejaba la manera en la que me iba a extrañar—.

—Uhm, sí, creo, espero no olvidarme nada —La miré con una mirada que tenía intenciones de esconder lo que sentí. Las despedidas no suelen ser lo mío. Más que nada cuando se trata de alguien tan importante como ella—.

Inesperadamente sonó la bocina de un una gran limusina negra con detalles dorados, parada en la vereda de mi pequeña casa y rápido salí para ver quién era. El hombre grandulón de traje y barba, ese mismo había llegado.

—¿Es el señor de la limo? —cuestionó Stacy cuando fui a buscar mis maletas en la entrada blanca de mi casa—.

—Sí, es él. Es extraño, tengo miedo para ser sincera —admití—, crees que voy a estar bien? —pregunté con el ceño arrugado—.

—No te preocupes, yo la verdad sí estoy un poco triste de que te vayas, te voy a extrañar —expresó Stacy con una sonrisa de lado mientras al mismo tiempo se paró en frente mío y me sacudió el polvo de mi abrigo—.

—No me quiero ir, pero ya no puedo pasar más tiempo sola... —Palabras que salieron de mi boca mientras sonreía falsamente y negaba con mi cabeza—. Estas han sido las peores 2 semanas de mi vida —dije mientras pequeñas exhalaciones salían de mí cada par de palabras—.

—Lo sé, y por eso me quedé contigo estos días, perdóname que no estuve antes...

La bocina sonó otra vez y pareció que fue con la intención de que me apurara. Ya me había olvidado que el señor estaba afuera.

—No te preocupes. Ahora sí, me debo ir. Ojalá vayas a visitarme pronto —Con esperanza de que mi mejor amiga viaje más de 1000 kilómetros por mí.

—Lo haré, lo prometo. Te quiero Lucy —musitó esas 3 palabras finales para luego dejarme un inmenso abrazo al cual yo le respondí igual—.

Lamentablemente le dije las últimas palabras de despedida y luego sonó como inhalaba para que el agua no saliera de mi nariz por llorar.

—No llores, te veré pronto. Ahora vé. Te amo —pronunció lentamente para luego cerrar la puerta—.

Y así fue. Me despedí de mi mejor amiga.

Sinceramente fue muy duro para mí tener que irme por lo que pasó. Tengo presentimientos de que estaré bien. Nueva vida, nuevos amigos... Solo que los recuerdos se quedarán en mí.

—Señorita Stark, un placer, Happy —dijo el hombre extendiendo su mano y sonriendo discretamente—.

—Dígame Lucy, Happy. El placer es mío —Asintió y me indicó por dónde subir. Me volteé y era una gran limusina. Tenía los típicos asientos grises de cuero y esa barra de dulces que parecía irreal. Había olor a limón, también una música un poco extraña, era como de elevador. Dejé mi mochila en el asiento que estaba junto a mí y busqué donde dejar mis auriculares.

—¿4 maletas? —cuestionó Happy mientras las guardaba en el maletero—.

—Exacto, una verde, una rosa, una violeta y una negra más grande. ¿Están todas?

—Sí.

Luego de un rato, Happy se subió a la limo y nos fuimos al aeropuerto. Estaba volando de Buenos Aires, Argentina, a Queens, Estados Unidos. Iba a ser un viaje de 20 minutos al aeropuerto así que le pedí a Happy si podía conectar mi celular a la radio y poner música.

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