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Marinette:


Aterrizamos en mi balcón.


— que maravilloso, espléndido – dije – quisiera hacer esto todos los días.


— así se hará, mi princesa – dijo Chatnoir, luego se inclinó y besó mi mano – todo lo que pidas, por ti lo haré.


— adiós Chatnoir.


— hasta pronto, mi princesa.Saltó por el balcón hacia el ocaso. Suspiré luego de su partida, me perdí en mis pensamientos y empecé a bailar.


Recordé que mis padres iban a buscarme, así que bajé a ver si ya se habían ido.


— ¡¿Mamá, papá?!.


— ¡Marinette! – dijo mi madre – íbamos a buscarte, ¿c-cuando llegaste?.


— bueno, ustedes avían tardado demasiado, y luego Chatnoir...


— ¡Chatnoir! – interrumpió mi padre.


— hija, ¿De que estás hablando? – dijo mi madre – Deja de inventar cosas.


— no es un invento mamá, el incluso me salvó la vida... De hecho... El y yo somos novios.Mis padres empezaron a reír.


— ¿no me creen?


— hija, de todos los cuentos que has inventado – dijo mi madre, la cual no aguantaba l risa.


— recuerda que mi madre siempre dijo que tenía una imaginación extraordinaria, ya veo lo que decía – dijo mi padre, que se secaba las lágrimas.


— ¡Les estoy diciendo la verdad!.Subí las escaleras pisoteado los escalones, luego azoté la puerta de mi cuarto.


— ... Ash – me tiré en la cama y empecé a hacer un berrinche como si fuera una niña.


(***)


Me levanté y no le hable a mis padres, ni siquiera los quería ver, luego me fui caminando al colegio.


— ¿Te doy un aventón, princesa? – dijo Adrien, conduciendo su moto.


— no gracias, estoy bien – respondí.


— ¿segura? Es un camino muy largo a la escuela y ya se te hace tarde.


— ¡¿Que?! – revisé mi reloj de mano y ya eran las 6; la escuela empieza a las 7 – ay, no.Adrien empezó a calentar el motor.


— Ash... Está bien – me subí– pero no avísame cuando – aceleró de una vez – ¡Haaaaa!.

El Gato y La PrincesaWhere stories live. Discover now