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Marinette:

— ¡Déjenme salir! – gritaba y pataleaba – tengo que estar con mi gatito.

— ¡Lo siento señorita Dupain, pero eso no pasará! – me gritó el guardia más fornido.

Lo pateé en el centro de gravedad, justo en ya saben dónde y el otro intentaba someterme.

El chófer se detuvo y entre los dos me llevaban cargando a la fuerza; de la nada estaba ante mi mamá en una fiesta elegante llena de luces, que por alguna razón se asemejaba a una plaza italiana que frecuentaba, pero el detalle importante es que mi madre tenía una mirada seria, cruzaba los brazos y golpeteaba su pie contra el suelo.

— ¡Ahí estás! – dijo ella con un tono un poco muy pasivo agresivo.

— hola mamá – le respondí con un tono alegre, pero mi cara no expresaba la alegría en absoluto; se expresa el sarcasmo.

— te dije que hoy era ¡"La Noche"!. ¡Ve a cambiarte!.

Los dos gorilas con smoking me soltaron.

— ¿Y dónde quieres que lo haga?.

— tu vestido está en el auto, ¡Ahora ve a cambiarte!.

Me metí a la limusina custodiada por los guardias; si intentaba salir por un lada, me detenían, si intentaba salir por la puerta del chófer me detenían, incluso me atrapaban saliendo por el quema cocos. Como ya no había salida, no me quedó de otra que ponerme un vestido amarillo floreado con unas zapatillas blancas.

Los guardias me escoltaron a una mesa bacía y allí se quedaron tres de ellos para que no me escapase... Otra vez. Lo raro es que todo se parecía a la plaza, hasta la mesa tenía un mantel a cuadros rojos y verdes y una vela encima de una botella de champagne, pero lo más raro es que los cubiertos y platos eran de un diseño europeo del siglo 14.

— señorita Duppain, su esposo quiere un baile con usted – anuncio el gorila más grande.

— ¿Acaso tengo otra opción?.

— no.

Me escoltó al centro de la mini plaza, donde la gente se me quedó viendo raro, susurraban cosas raras y señalaban.

Yo me puse de espaldas para no ver a mi "supuesto prometido". ¿Quién se cree el? Seguramente es solo un niño mimado que busca una cara bonita.

— hola – escuché a mis espaldas – ¿tú eres Marinette?.

— si, ¿Quién pregunta? – lo traté con rechazo, pero debo admitir que su voz era muy candente.

— soy el "supuesto prometido". Por favor, déjame verte.

Levanté un pie y dí una vuelta rodando sobre mi eje. Aún sin mirarlo, volteé la cabeza mirando lejos de él.

— Waw, eres justo como tu abuela describió.

— ¿Mi abuela...? – eso llamó mi atención y viré la cabeza al frente. Observando mejor, él no se veía tan mal; cabello negro, ojos azules, tez morena. En realidad era muy guapo.

— yo soy Luka Couffaine, y son dichosos los ojos que te ven – nos salió poeta el muchachito.

Tomó me mano y la besó, yo me perdí totalmente, ya mi cabeza estaba en otro mundo, solo me concentré en él y yo.

— ¿Sabes bailar? – me preguntó.

— si... Si sé – le respondí con una sonrisa.

Me tomó de de la mano, y colocó su derecha en mi torso, yo sólo lo puse mi mano en su hombro y comenzamos a bailar.

— ¿Cómo se siente? – pregunté.

— en este momento, maravilloso. – me dijo.

— yo hablo de ser un príncipe.

— ¡Ho! Lo siento, es que me perdí en tus ojos. Lo creas o no, no era príncipe hasta hace unos, no sé, 6 meses – ese es el tiempo que llevo viviendo en París, tiene que ser un juego sucio del destino – y lo más loco es que el mismo día que me dijeron "oye eres un príncipe", y dije "¿Que soy un qué?", para colmo me respondieron "y te vas a casar en 6 meses". Pensé que tenía que ser una broma, pero no fue así.

— ¿crees que eso es loco?. Hasta ase unos 6 meses no tenía idea de quienes era mis padres, y dos días antes de esto me dicen "estás comprometida". Los quería matar.

Pasamos la noche riendo hablando de qué tan locos estaban nuestros padres.

Nos sentamos un momento para descansar los pies y nos sirvieron mi platillo italiano favorito, ¡pizza!, ¡Jajaja!.

— mi abuela me contó todo sobre ti – dijo Luka.

— ¿De verdad? – dije con la comida en la boca, luego tragué – yo creí que ella se opuso.

— y si que lo hizo; la primera vez que me vio dijo que me declaraba la guerra.

— si, eso es típico de ella. ¿Y luego que pasó.

— le hice entender que no tenía malas intenciones contigo, y solo me importa lo mejor para los dos. Eso hizo que me diera toda una biografía de tu vida. Sé que te gusta el valet, que te gusta el diseño de moda y el teatro.

— sabes muchas cosas, tendré que demandarte por acoso.

El chasqueó y el guardia más alto trajo una caja rosada con un lazo rojo; al parecer se llama Jorge.

— lamento lo de la patada Jorge – me disculpé al pobre hombre, el solo cumplía su deber y yo lo agredí sin razón.

Luka me entregó la caja en mis manos, y cuando la abrí avía una caja de música muy hermosa.

El se sacó algo de los bolsillos, era una bailarina de cerámica. La colocó en la caja y empezó a tocar mi canción favorita de la obra del Cascanueces.

— me encanta, se ve tan elaborado.

— yo mismo la mandé a hacer.

Sacó a la bailarina y la puso en una cadena dorada, como una gargantilla.

— podrás llevarla a donde sea que vayas y solo tú tendrás el acceso a las melodías de la caja musical.

Me puso el collar en el cuello.

— quiero que sepas que no te obligaré a casarte si no quieres, y mis padres ya aceptaron mi decisión. Pero te pido que me des tiempo para conocer a la verdadera Marinette, y que tú también me conozcas.

— bueno, eres un chico muy agradable, y está noche ha sido perfecta, creo que mereces la oportunidad.

El saltó de la emoción.

— ejem, gracias Marinette.

— señor, ya es hora de ir a casa – dijo Jorge.

— claro – mientras se subía en su limusina me gritaba – ¡estaré el el hotel París! ¡Por si quieres verme!.

Continuará...

El Gato y La PrincesaWhere stories live. Discover now