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Aylara contempló como un rastro de sangre era dejado por donde el soldado la arrastraba. Trató de recargar su peso en el lado izquierdo, a pesar de que eso le lastimaba el hombro, era más soportable que la herida de la pierna. Aun así, lanzaba quejidos mientras era arrastrada.

- ¡Ya déjala levantarse! - gritó James.

-Non correre rischi con lei, idiota! - gritó Giselle.

-Ambos cierren la boca o sabrán como les irá- dijo Mike.

Aylara sintió como si la estuvieran arrastrando por horas hasta que la dejaron en una habitación. Escuchó los pasos de los demás y se puso de pie lo más rápido que pudo. Sentía la sangre escurrir por su pierna. Su estómago dolía ahí donde el soldado la había pateado y su mejilla ardía por el puñetazo.

- ¿Estás bien? - preguntó James acercándose a ella. Las manos de Aylara se separaron y ella se alejó poniéndose en guardia.

-Estoy bien- dijo Aylara con la respiración entrecortada.

Revisó la habitación donde estaba. Era parecido a un estacionamiento, pero sin autos, más bien había contenedores similares a los de la basura. Unos más grandes que otros. Al borde de todo el complejo había cristales donde se veían muchos soldados. En pocas palabras, estaban rodeados.

-Muy bien número tres, demuestra lo que tienes- dijo una voz por un megáfono. La luz de las muñequeras de Aylara cambió de verde a roja. La mexicana sintió como si su cuerpo dejara de pesar tanto.

-Vamos, hay que liberar radiación- dijo James, tenía una herida en la frente y sangraba, pero parecía ignorarla. Voló un poco siendo seguido por Giselle. Aylara pudo verla mejor.

Su cabello oscuro era algo largo, aunque tenía cortada la parte de la nuca y lo tenía amarrado en una coleta. Sus ojos eran de un café oscuro y tenía una cicatriz que atravesaba un costado de su nariz hasta cerca del lóbulo de la oreja. Era algo delgada y su piel era igual que la de su hermano.

- ¿Vienes? - preguntó Giselle al darse cuenta de que Aylara la observaba.

Aylara comenzó a volar, eso le ayudó un poco con el dolor de la pierna. Buscó con la mirada hasta encontrar una ventana donde el doctor la observaba junto a la mujer y el soldado Mike. Volteó la mirada hasta un contenedor y lo lanzó con todo su poder hasta la ventana, aunque chocó sacando chispas y después cayó como si nada. La mujer anotó algo en su libreta.

-Muy bien número tres, lo haces muy bien- dijo el doctor. Aylara odiaba que la trataran como si fuera un perro en entrenamiento.

- ¡Vete a la mierda! - gritó Aylara. Su hombro dolía, dejaba colgar la pierna, pero esta comenzaba a gotear sangre por todo el lugar.

-El idiota de Mike le abrió la herida, deben de coserla otra vez- gritó James.

-Si nos demuestra que es capaz de más de lo que acaba de hacer la curaremos- dijo el doctor.

-No van a tocarme, no haré nada de lo que me pidan- dijo Aylara. El doctor la miró con desaprobación. Se giró hacia Mike y le murmuró algo. El soldado sonrió con malicia al momento que alzaba el control.

James quiso reaccionar, pero no fue lo suficientemente rápido. La luz de las muñequeras de Aylara cambió de color y ella cayó en seguida. Golpeó su costado derecho, la pierna comenzó a sangrar y ella lanzó un quejido. Su visión estaba borrosa, sentía un zumbido en los oídos y su cabeza dolía.

- ¡Niña! - dijo James bajando hasta ella.

-No tienes opción número tres, ahora demuestra algo más fuerte de lo que hiciste y después te curaremos la herida nuevamente- dijo el doctor. La luz de las muñequeras cambió de color.

RadiaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora